No hay demasiadas películas eslovacas que lleguen a nuestro país. La profesora de Jan Hrebejk es una de esas pocas propuestas que aun siendo de pequeña fractura posee un gran fondo y una buena forma narrativa para captar la atención del espectador desde el primer momento.
La corrupción está latente a menor o mayor escala en todos los ámbitos de la sociedad. No es algo que se pueda separar del ser humano por completo, es innato cuando hay algo de poder y primacía ante otros, pero no deja de sorprender en qué ámbitos puede ser desorbitado y desconcertante.
En 1983 Maria Maria Drazdechova llega a su nuevo destino de profesora, a un pequeño colegio en el suburbio de Bratislava, desde ese momento las aulas ya no volverán a ser las mismas, por tanto sus alumnos y en consecuencia sus padres. Los comportamientos inadecuados de María extralimitan sus funciones dando lugar a un estado de corrupción total por parte de su persona a los padres e hijos de los que ella es responsable de su enseñanza. Una reunión del colegio desvelará todo lo acontecido entre esas cuatro paredes y fuera de las mismas.
La profesora mete el dedo en la llaga de la conciencia, la confianza y la duda de las personas, de las más cercanas y sobre todo de las que tienen que enseñar, que no educar, e impartir valores morales que quedan en desuso ante la falta de los escrúpulos de muchos.
El asombro absoluto es toparse con este caso que es real, que sin ser algo extremadamente exagerado resulta aberrante en el ambiente en el que se produce. La corrupción y chantaje en la educación, siendo los niños y su educación su moneda de cambio para el beneficio de un tutor o profesor.
La profesora funciona como denuncia social, como retrato de las bajezas humanas atemporales que se puede presentar en cualquier marco político, ningún bando queda exento de sufrirlo, estamos acostumbrados, lamentablemente a que la corruptela sea de todos los colores.
Ahora mismo que tan de moda está el término bullying no nos asombrará que en la cinta se retrate este comportamiento por parte de los alumnos de un colegio, lo que es deplorable es ver que esa reacción es debido a la mano e insistencia de un docente, que no mira por el alumno si no por su bien propio. Incluso se plasma como el acoso no es solo en el entorno infantil, sino que se traslada a la parte adulta, siendo en esa parte la raíz del problema, y que la intolerancia y la marginación es creada de forma clasista y despectiva por parte de los mayores y trasladada a sus sucesores.
Aquí se demuestra la debilidad del ser humano ante las injusticias, pero también se refleja la parte contrario, esos dos bandos el fuerte y el débil, éste último que se revela aunque no tenga las fuerzas suficientes ni la credibilidad ante aquel que ejerce el poder y que ha dotado del mismo a su comparsa que sigue su camino, tapa y consiente sus sinrazones. Extorsiones que parecen pecata minuta pero que son el ejercicio de un poder y derecho no concedido ante su cargo.
La película posee un buen ritmo de giros y de guion, con esa reunión que se recrea se realizan idas y venidas, flashbacks que harán sacar a la luz los límites de la persona protagonista y de lo que ha generado. Los enfrentamientos entre padres e hijos, entre padres, entre alumnos y sobre todo la falta de autoestima de los adolescentes que carecen de confianza en ellos mismos y en sus compañeros, aun así nace una camaradería que se genera del desamparo y los abusos de poder.
Por ello, finalmente, uno puede llegar a interpretación que no todo está perdido por parte del ser humano, un halo de esperanza sobrevuela en el ambiente, en cierta forma, hasta que los créditos finales desvelan el antes y el después del personaje en cuestión.
La profesora de Jan Hrebejk hace un mes que está en cartelera, una propuesta sencilla y honesta que destaca por su mezcla de crítica irónica pero directa y su parte de humor que compensa una historia que no deja de ser lamentable en cualquier ámbito, pero mucho más en el mundo educativo.
Ficha técnica