Hace ya algunos meses que el MUA celebraba los cincuenta años de la publicación de Rayuela con una exposición en la que el espectador podía contemplar no sólo alguna de las primeras ediciones en diferentes lenguas, sino también, y sobre todo, fotografías del escritor argentino de París, que sumado a una serie de complementos personales formaban una visión íntima de uno de los grandes intelectuales del siglo XX.
Llevo todo el curso pensando en su pipa, en su pipa negra estilo Popeye en la que fumaba en el balancín, en sus grandes lentes de pasta, en su boina gris. Hoy andaría entre Malasaña y Antón Martín, y como los inolvidables personajes del Club de la Serpiente, que deambulaban por París sin más oficio que las discusiones filosóficas, los vinilos de jazz y los referentes literarios, Cortázar fue el primer hipster.
Horacio Oliveira y La Maga cumplieron 50 años en 2013, después de cinco décadas marcando la estética artística de generaciones diferentes y diversas a los dos lados del Atlántico. 2014, el año de los centenarios, sería el año 100 de un personaje apasionante dentro y fuera de sus textos literarios. En su casa de París, Cortázar grababa con su magnetófono y su voz peculiar sus relatos y el material sonoro que nos ha legado ha dado para varios documentales interesantes que rescatan, igual que la exposición, la modernidad del lado íntimo del argentino.
La polémica entre los partidarios de sus cuentos y los adeptos a su gran novela, Rayuela, mantiene viva las dos caras de un escritor magnífico en la esencia de la narrativa corta y magistral en la recreación de una literatura autorreferencial que se convirtió en una de las poéticas ineludibles para los novelistas contemporáneos.
En enlace se puede escuchar a Cortázar leyendo uno de sus primeros cuentos «Casa tomada», de carácter fantástico, donde unas fuerzas misteriosas van tomando la casa de unos protagonistas sin ganas de luchar.
Las propuestas digitales que surgen de la obra de Julio Cortázar son ilimitadas. Rayuela está construida con saltos de capítulos que permiten al lector plantear la lectura habitual, del inicio al fin, pero también una lectura alternativa propuesta por el autor engarzando capítulos que marca la rayuela de lectura. La hipertextualidad de un texto publicado en los años sesenta, mucho antes de los clicks y la navegación, han provocado un aluvión de propuestas didácticas digitales que siguen generando curiosidad, placer y muchas ganas de comprarse unas gafas de pasta, fumar tabaco de liar y deambular por el París bohemio a espaldas de las miserias de todos los días. Mientras nos decidimos, podemos al menos imaginarlo desde casa, si es que de verdad os apetece ser un hipster.
Rayuela digital, una propuesta hipertexutal
Un paseo literario por el París de Rayuela
Si no tenéis nada más interesante que hacer este fin de semana, aquí os dejo el capítulo 7 de Rayuela, donde Cortázar propone jugar al cíclope, que no sé si saben lo que es, pero que merece la pena:
Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano en tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja.
Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más de cerca y nuestros ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mi como una luna en el agua.
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