Este 8M fue un poco agridulce para mí porque no fui a la manifestación. Mental y anímicamente no tenía fuerzas para estar en la primera línea ese día y todo se me hacía un poco grande. Tampoco me sentía con fuerzas para recibir todo el odio que se nos viene encima siempre que ponemos sobre la mesa todas las injusticias que seguimos sufriendo.
Me levanté triste sabiendo que no iba a participar activamente y no me podía quitar el sentimiento de culpa de encima. Al principio tampoco quise meterme en redes sociales e intenté no darle muchas vueltas. Pero es inevitable cuando hay tanto por lo que luchar y tanto qué reivindicar … Cuando los ataques machistas siguen siendo una realidad demasiado común.
Pero, ¡ay! Compañeras lo volvisteis a hacer y solo puedo daros las gracias.
Gracias por salir, reivindicar y volver a poner sobre la mesa nuestra realidad. Manifestaros por los derechos de todas, las que no están, las que necesitan justicia. Por todas las que salisteis a las calles y por las que no pudimos.
Terminé el día bien orgullosa viendo todas las fotos de las manifestaciones y me quedé en calma. Porque me hicisteis sentir que aunque un día concreto no tengas las fuerzas para gritar hay formada una red de sororidad enorme. Que puedes gritar cuando tengas voz y que los pequeños gestos del día a día también cuentan.