El sonido que lo invade todo es el de las piezas de dominó lanzadas como meteoritos sobre las mesas. Suenan como un fiero portazo, como un punto y final. Se diluyen entre risas y comentarios. Su eco continúa de forma machacona, inunda la entrada del centro y regresa, una y otra vez, mientras paseas por él. Resuena con fuerza.
Entre partidas de dominó, la sesión de peluquería y el taller de Taichí monto el equipo para los talleres de radio. Cada centro social es un ecosistema propio con denominador común: el dominó. Es sin duda, a grandes rasgos, el protagonista. Funciona como una metáfora patriarcal del ocio de las personas mayores, es la voz del padre que espera en la mesa a que le pongan la cena. Grupos de señores echándose la partida. Ninguna señora. Me pregunto cómo será este espacio en 30 años ¿jugaremos las señoras jubiladas al dominó? ¿Grabaremos podcast?
Futuribles al margen, lo cierto es que, además de la omnipresencia del dominó hay muchas más alternativas culturales y de ocio, ya que las ganas de hacer y de participar laten con fuerza en los centros sociales de mayores.
Y es que, aquí ocurre lo que sucede con el ocio en general. La oferta es muy limitada y se circunscribe a actividades, en su mayoría, tradicionales. La sociedad cambia y las personas mayores también. En el fondo, lo que le pasa al ocio de nuestros mayores no se diferencia mucho de la situación del ocio de las personas más jóvenes.
Desde las ganas de ofrecer una actividad diferente, lanzamos el proyecto de Geografías sonoras: el barrio y sus voces. Bajo este título hemos desarrollado una serie de talleres desde Ruda FM, en Murcia, en los centros sociales de mayores de San Antón y Cabezo de Torres. Nuestros talleres se han enmarcado en el proyecto de Solidarios bajo el título “participación y relaciones intergeneracionales para luchar contra la soledad de las personas mayores” y ha contado con el apoyo de la Concejalía de mayores, vivienda y servicios sociales del Ayuntamiento de Murcia.
El objetivo de los talleres era el de construir relatos colectivos que estuvieran atravesados por las vivencias de las personas participantes. Partir de las experiencias encarnadas para saltar a la creación narrativa de otras realidades. A su vez, reflexionar sobre la voz y la memoria. Jugar con el relato, resignificar las historias vividas. El juego entre la ficción y la realidad ha sido otro aprendizaje, ya que, dependiendo de las historias y las dinámicas propuestas era más sencillo ficcionar o menos.
El resultado de cada sesión ha sido una breve cápsula sonora a modo de podcast. En un momento en el que este ha conseguido afianzarse como formato de comunicación estrella para monetizar. (No es casual, que cada vez más aparezca acompañado del formato vídeo -para seguir consumiendo ya no nos basta la voz-).
Desde Ruda FM apostamos por la voz para insistir en que la radio feminista es una grieta a través de la que acceder a otro tipo de historias. Un altavoz a través del cual recuperar memoria. Las historias son un elemento clave para el encuentro, la comprensión y la escucha. Ya no es solo que compartamos vivencias sino que la escucha pausada puede permitir generar un significado colectivo a las experiencias individuales.
Me gusta pensar que el pequeño estudio de radio de Ruda FM, nómada, relativamente ligero y portátil es una forma de documentar historias que no podrían desplazarse a un estudio de radio. Cuando los micros llegan a lugares donde no se les esperan, las historias se ensanchan. Me quedo con varias imágenes: las señoras de los talleres cogiendo el micro, las historias de migraciones, la relevancia de la huerta en los recuerdos, los parques, las calles, algún señor reflexionando sobre sus privilegios, charlar sobre el papel de las abuelas y abuelos en los cuidados…
Desde Geografías sonoras queremos invitaros a reflexionar sobre el territorio que habitamos y sobre lo que aportamos en él. Pero igualmente sobre la soledad de nuestras personas mayores, lo urgente de crear barrio y el gran tesoro que es crear espacios de aprendizaje y escucha intergeneracionales.
La escucha es uno de los sentidos que no podemos cerrar a discreción, escapando así a nuestra voluntad: quizás por ello sea uno de los modos de conexión con lo exterior que es necesario volver a pensar. ¿Y si prestáramos oídos a eso que comúnmente no solemos? ¿Con qué nos encontraríamos? ¿Cómo sería un mundo en el que hubiese espacio y tiempo para detenernos a escuchar los sonidos que nos rodean? Posiblemente todo un panorama de matices se abriría frente a nosotras, complejizando nuestras vivencias, enriqueciendo nuestros andares, revolucionando nuestros sentires.
Lorena Fioretti – Paisajes sonoros – en Publicación periódica feminista La Madeja. Monográfico nº3 Paisajes.
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