Cuando despertó, el mosquito todavía estaba allí. Sólo que más gordo.
Nota del compilador: anotación de puño y letra del autor, sin título, tomada de forma apresurada en el papel de envoltorio de una chocolatina imposible de fechar, El mosquito es, para el doctor Miguel T. Marquina y Rodríguez Whitman, el desarrollo del aplaudido El dinosaurio (Augusto Monterroso, Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí), considerado por la mayoría como el microrrelato más breve jamás escrito en lengua castellana, honor que para algunos recae en uno de los Crímenes ejemplares (Max Aub, Lo maté porque era de Vinaroz) o en El emigrante (Luis Felipe G. Lomelí, – ¿Olvida usted algo? – ¡Ojalá!). Por el contrario, Steven Palmer y Maqueda Barrientos y sus correligionarios sostienen que el texto recientemente hallado en el interior de una caja de latón de galletitas danesas en casa de los Orduña Castro, El mosquito, en realidad no es más que un boceto, un primer ensayo que Monterroso iría puliendo y perfeccionando con posterioridad hasta alcanzar en El dinosaurio la más bella expresión del ahorro de la palabra, la obra cumbre de la concisión literaria.