El complejo deportivo de la Piscina de Molitor fue inaugurado en los años veinte del siglo pasado y ha caminado a lo largo del tiempo debatiéndose entre el intenso uso para el que fue programado y una ocupación parcial, ocasional, hasta terminar por haberse convertido en un espacio de uso excepcional, tatuado como si del libro de firmas de un funeral se tratara.
Un pasado glorioso. Hace unos días descubrí este lugar, desconocido para mi hasta ahora, gracias al Proyecto Final de Carrera que una compañera está realizando en la Escuela de Arquitectura de Alicante. Sí, eso que un día haré yo. Aquí os dejo algunas imágenes realmente emocionantes junto a un vídeo que casi me tira de la silla. Esto es el lujo de lo abandonado en su plenitud. Bien está la recuperación de este tipo de espacios, pero mejor es también poder disfrutarlos en su excepcional soledad por un tiempo.
Algo fascinante… una hyperphoto.
que pena… una gran metáfora de todo lo que nos está pasando. Generación precaria en de-construcción…
Es una pena ver lugares así, sí. Pero igual es que soy un poco rarito, y le encuentro la belleza a todo esto. Son tantas las sensaciones e historias que despiertan en mi al tantearos. Eso sí, somos la generación que tendrá que vivir en la REHABILITACIÓN y RESTARACIÓN de espacios. Re-construcción. Gracias Irene!! ^^
Por lo menos en todos estos lugares se juntan «artistas callejeros» y le dan un toque personal a esta de-construccion.
Sí Alfredo Esteban, entre otras cosas sirve como gran lienzo para la libre expresión de los artistas de la calle. Me apasionan estos ambientes que crean… Un abrazo y gracias por tus letras!! 🙂