Es con mucho pesar que escribo ese texto, pero es con mucho más preocupación que os hablo sobre el hombre escogido por 58 millones de brasileños para ocupar el cargo de la presidencia de la república. Aquí lo traté por la hastag #elenão, para referirme al candidato escogido, el simple pronunciamiento de su nombre marca mi boca y mis manos con el gusto de sangre de las víctimas de sus discursos de odio.
Brasil vivenció por primera vez en la historia una campaña electoral marcada por el fascismo explícito. La Era del Gobierno de los Partidos de los Trabajadores (bajo la presidencia de Lula y Dilma Rouseff) fueron pautados, principalmente, en la inclusión de las minorías políticas en espacio de poder. Las universidades, por ejemplo, ganaron otros tonos, cuerpos y experiencias, mostramos al país y al mundo la potencia de las voces, de las escrituras y de las producciones, como un todo, de grupos históricamente subalternizados. Y eso molestó. Al paso que acompañamos maravillados esos cambios, no paramos mucho para reflejar la contra acción que esos cambios trajeron. Vimos poco a poco el fascismo en sus peores facetas manifestarse contra nosotros.
Uno de los momentos más emblemáticos de la expresión de ese odio se produjo durante el debate sobre la regulación del trabajo de las empleadas domésticas. Asistimos consternados a los debates para la regulación de la profesión dividiendo opiniones en la sociedad sobre el origen del trabajo doméstico, personas que negaban la naturaleza de la función cuestionando si era trabajo o no.
Fue posible observar quién estaba a nuestro lado en esa lucha y el odio de clase, raza y género explotó en Brasil. Una clase media, también beneficiada por los programas del gobierno del PT, se sintió amenazada al ver que sus hijos/as dividían la universidad con las minorías políticas, que estaban viajando para fuera del país, ya sea por trabajo o vacaciones, que estaban consumiendo los mismos productos que ellos y la sensación de exclusividad se rompió.
Esta misma clase media alimentada por sus odios y prejuicios organizaron una serie de protestas encendidas contra el entonces gobierno de la presidenta electa Dilma Rouseff hasta llegar al infeliz episodio del impeachment, fue GOLPE.
Y fue ese odio genuino de la clase media que contagió a otras personas bajo la bandera de un discurso anti PT. Donde todos los proyectos sociales que el partido creó o amplió, garantizando que cada vez más la diversidad que constituye Brasil sea respetada y vista en los espacios privilegiados de poder, pasaron a ser vistos como una violación del espacio natural de esa clase media.
Uno de los desenlaces más trágicos fue la victoria del candidato #elenão, que personifica ese discurso del antipetismo aliado a pautas neoliberales y al peligroso discurso religioso que tiende a minar las identidades que experimentan la exclusión desde siempre.
Aquí dejo un enlace del análisis hecho por el presentador John Oliver sobre #elenão, son 20 minutos presentando las barbaridades dichas por ese hombre y cómo aterrorizadamente las personas relativizaron. Eso es la banalización del mal teorizado por la tan actual Hannah Arendt, y traigo esto para hablar y terminar mi reflexión sobre MIEDO y RESISTENCIA.
En el día del escrutinio de los votos asistimos y acompañamos por las redes sociales los casos de agresión contra las minorías atacadas en el discurso del candidato. He vivido la experiencia de ser desecada con miradas por los votantes del candidato #elenão solo por está usando adhesivos del candidato de oposición Fernanado Haddad y por cargar en mi cuerpo la lucha que el mismo, no sólo, niega la importancia como declaró apoyo a la criminalización de la misma.
No sé qué pasará conmigo, con mis pares y con la democracia. Amenazada a menudo a través de la censura de prensa, la persecución de los movimientos sociales de izquierda, el ataque a los profesores que tiene afinidad ideológica de izquierda, críticas irrestrictas a las instituciones democráticas, como el poder judicial, y es ese hombre, cisheteronormativo, blanco, cristiano, que defiende el discurso de la tradicional familia brasileña es la caricatura perversa del mal. Sus correligionarios tomaron para sí la misión de la limpieza del país y en la práctica eso ya está sucediendo.
Cuando hablo de miedo y resistencia, hablo de un estado de excepción. Hablo de vidas y experiencias que no importa y que son silenciadas todos los días. Vamos todos sentir la pésima elección de esos 58 millones de brasileños /as, vamos a amargar días de dolor, pérdida y retraso, pero seremos RESISTENCIA.
Les clamo a ustedes que nos acompañen con más atención, Brasil es un país carente de atención a los problemas reales. No vengan sólo pasar unas vacaciones, comprar chanclas, o conocer «una brasileña» y tomar fotos con nosotros, no vengan con la mirada condescendiente europea, entren en esa lucha con nosotros. Se posicionen como hizo el Roger Waters, Madona, el Papa (sí, el Brasil logró unir la opinión del Papa y Madona contra # elenão) Viola Davis y tantos otros. La lucha contra el opresor queda menos penosa cuando tenemos aliados/as privilegiados/as en esa trinchera.
No sé cuál será el contenido de mi próximo texto, pero, desgraciadamente, a lo que todo indica tendré que radicalizar en lo que había lanzado en mi primera publicación aquí en el Amanece Metrópolis. Yo seguiré hablando de las opresiones y sus estructuras, pero de las próximas veces escribiré con miedo y herida, cada palabra marcará la vida de uno que se fue por, simplemente, ser lo que es. A mis compañeros/a los negros, LGBTs, pobres, indígenas, quilombolas, de movimientos populares, sociales, de la tierra, profesores e incluso usted que votó en #elenão y pertenece a cualquiera de esas identidades arriba citadas, mis más sinceros ESTAMOS JUNTAS/OS!
«Soy, soy lo que dejaron
Soy toda la sobra de lo que se robaron
Un pueblo escondido en la cima
Mi piel es de cuero, por eso aguanta cualquier clima…»
(Calle 13 – Latinamerica)