Los pequeños charcos relucen en el patio, el sol ha despachado a las nubes y el veraniego día sigue su curso; calor. Con pasos al azar recorre su casa pasando las horas muertas. Se para frente a los grandes ventanales que ofrecen una vista panorámica del mar. Escuchándose a sí mismo por los rincones de su memoria, siente el vacío, el silencio y la necesidad de decir te quiero. La arquitectura ha sido su vida y las mujeres han estado de paso. Envuelve su nueva existencia la nostalgia y la soledad, con la sensación de estar atrapado en una sombría y fina tela de araña. Mira el espejo; nunca volverá a reflejarse en él. Atraviesa la pared para seguir recorriendo su casa.