Si es usted muy sensible, no le recomiendo el número de los leones. El comienzo en que unos hombres entran en la pista y demuestran sus habilidades con el látigo parece inocuo. Solo a continuación, cuando asoman las fieras para el último acto, los individuos introducen entonces la cabeza en la boca del león, confiando en que este conserve su disposición apacible. No son comunes los percances, pero se aconseja no mirar. Al finalizar, los leones conducen a los humanos de vuelta a sus jaulas. De hecho, los días de función, dejan a estos individuos sin comer para hacerlos más dóciles. Probablemente, a usted cosas como esta no le parezcan un espectáculo aceptable. Pero como recuerdan los elefantes con dilatada experiencia en lo circense, el que esté libre de pecado que tire la primera piedra.