No es fácil recuperar los clásicos en un mercado editorial marcado por la arrogancia de la novedad. No es una tarea fácil adaptarlos a un público infantil y juvenil. No es fácil tampoco pensar en hacerlo bien, con paciencia, cuidado y manteniendo un decoro intelectual más que necesario en estos tiempos.
Blackie Books sin embargo lo plantea de manera sencilla, como si fuera la receta del éxito que los editores deberían anotarse en la pizarra del frigorífico: un original recuperable, una buena traducción, un ilustrador genial, buen gusto para la maquetación y la encuadernación y un papel de calidad que respete a los colores. Una breve semblanza del autor y del ilustrador, que no molesten, un sello propio y voilà, tenemos una colección de infantil y juvenil buena, y digo buena como si dijera buena de toda la vida.
Esta es la receta del Cándido de Voltaire, también disponible en catalán, lanzado al mercado por Blackie Books (21€) en mayo de 2014. La Editorial Planeta les ha cedido los derechos de la traducción adaptada al español con notas de Carles Pujol de 1968 en la que se alternan las ilustraciones de trazo fino y acuarela de Quentin Blake, sin duda uno de los ilustradores de literatura juvenil más importante del último siglo.
No sabemos por qué Cándido en este 2014, pero sí sabemos que la obra no firmada de Voltaire es un texto revolucionario, una sátira contra la doble moral y una aventura de aprendizaje personal, de formación vital y, como en las mejores novelas picarescas, un espejo en el que luchan las virtudes y los defectos. Cándido y sus desventuras con Cunegunda, su ilustre amada, o con Cacambo y Martín, compañeros de viaje. Cándido y el choque con los preceptos de la filosofía de su tutor, el Dr. Pangloss, al alcance de los más jóvenes.
Podría haber abierto el libro al azar y haber extraído el primer párrafo que se me antojara interesante, pero mejor os dejo un fragmento que justifica la reedición de este libro en estos tiempos contradictorios. Cándido se empeña en defender los preceptos de su tutor, que todo va bien en el mundo físico y moral, como si fuera alguno de nuestros gobernantes y su mundo ficticio de las ideas. En la cena, un sabio le contesta:
No –le respondió el sabio-, la verdad es que disto mucho de pensar tal cosa: a mi entender, todo va mal en el mundo: nadie sabe cuál es su rango, ni cuál es su deber, ni lo que hace, ni lo que debe hacer, y exceptuando las cenas, en las que hay no poco regocijo y parece haber cierta unión, todo el resto del tiempo transcurre en querellas impertinentes: jansenistas contra molinistas, el parlamento contra los clérigos, literatos contra literatos, cortesanos contra cortesanos, financieros contra el pueblo, mujeres contra maridos, parientes contra parientes, es una guerra eterna.
Como si el siglo XVIII estuviera a la vuelta de la esquina, Voltaire fuera un profeta y los editores de Blackie también se hubieran dado cuenta.
[…] Literatura [6/11/2014] Amanece Metrópolis […]