Como ya hice hace unas semanas, traigo un nuevo pedazo de la Carta de Documentales que TVE emite a lo largo de su «lunes a domingo». Para mi sorpresa, el otro día coincidió mi cena con la redifusión de un pequeño reportaje (fecha de su primera emisión, Diciembre 2010) sobre el futuro de nuestras ciudades y de nuestra arquitectura. Una vez más, el futuro toma como punto de vista el del arquitecto y el de su papel. En esta ocasión se produce un acercamiento más bien a base de pinceladas y dividido en dos partes: una primera donde la ciudad es la protagonista, y una segunda donde se merodea en torno a la arquitectura y su construcción.
Destaco a continuación, como ya hice en la ocasión anterior, algunas perlas…
«El reto se llama ahora sostenibilidad…»
«La arquitectura es una música congelada», Arthur Schopenhauer
«Viajar en ascensor es la mejor manera de ocupar el planeta», gol por la escuadra a la ciudad dispersa.
«La ciudad dispersa consume más energía, más agua, más suelo…», gol en el descuento a la misma ciudad.
«El hormigón y el cemento tienen mala prensa, y sin embargo son más ecológicos que el césped», gol que le anulan a la ciudad dispersa, no gana ésta para disgustos. La ciudad dispersa ha sido derrotada.
Partir de Brasilia, aquella ciudad que quiso ser ejemplo de cómo la arquitectura pretende transformar una sociedad, que quiso mostrar la identidad y las aspiraciones de una nueva nación, pero que finalmente se encontró con el fracaso, con la desigualdad social. Un sueño fallido.
Desde ahí, y con la colaboración de Luis Fernández-Galiano y Alejandro Zaera entre otros, se lanza un pequeño viaje a través de las condiciones positivas y negativas que cabe recoger de nuestras ciudades: Friburgo, Benidorm, Nueva York o Barcelona. La densidad en la urbe como llave a la ciudad del futuro, ejemplos tomados de nuestras ciudades europeas y sus ensanches y el transporte público como eje vertebrador de las mismas.
– Política de reutilizar, de rehabilitar, reconstruir o volver a construir donde ya hubo un edificio –
Ese ciclo de vida de nuestras construcciones debe ser más prolongado, debería alcanzar su máximo esplendor en el ocho tumbado: el infinito en pie. Pero nos conformamos con una mayor atención y puesta en valor de ese ciclo de vida de los edificios y de sus materiales. Desde la extracción de los mismos hasta el destino final de los escombros en los derribos de un edificio.
Y sin más dilación que la que mis letras en ocasiones pesadas, y en ocasiones también, aquí os dejo el mencionado vídeo.