Aquella tarde en que salió del parque del Retiro por la puerta de Madrid en lugar de la de Hernani, que era la habitual, ocurrió algo extraño. En casa, lo recibieron una mujer y unos hijos que no eran los suyos y, aun así, parecían reconocerlo. Llevado por la curiosidad, decidió pasar allí la noche. Por la mañana, volvió al parque, lo abandonó por la salida de siempre y se reencontró con su familia. La experiencia de una existencia paralela le resultó emocionante y, durante un tiempo, alternó ambas puertas, hasta que un día, volviendo de su segunda vivienda, encontró el parque cerrado. Temeroso de perder definitivamente su vida original, probó suerte saliendo de casa por la puerta de atrás, con la esperanza de recuperar su propia realidad. Todavía habita indeciso una nueva versión del parque en la que no hay puerta de Hernani ni de Madrid.