Ahora parece que he vuelto a pensar racionalmente de nuevo, en el estilo característico de los científicos. Sin embargo eso no es algo de lo que haya que alegrarse como si alguien con alguna limitación física hubiera recuperado su buena salud. Un aspecto de esto es que la racionalidad del pensamiento impone un límite al concepto que tiene una persona de su relación con el cosmos. Por ejemplo, un no-zoroastriano podría considerar a Zaratustra simplemente como un loco que arrastró a millones de ingenuos seguidores a un culto de adoración ritual del fuego. Pero sin esa «locura» Zaratustra habría sido solo otro de los millones o billones de individuos que han vivido y después han sido olvidados.

En 1950 se doctoró con sólo 21 años, y en su tesis de menos de treinta páginas expuso sus primeras teorías sobre juegos estratégicos no cooperativos. Desde entonces a esto se le conoció como el equilibrio de Nash, del que ya hemos hablado por estas páginas. A los pocos años se le diagnosticó una esquizofrenia paranoica que le mantuvo apartado dos décadas de la vida académica, pero en los años 70 volvió a la carga con nuevas aportaciones de su genial capacidad intelectual.
En 1994 recibió el premio Nobel de Economía por sus aportaciones a la teoría de juegos, junto con Reinhard Selten y John Harsanyi. En la actualidad sigue vivo, tiene 83 años, y mantiene actividad intelectual. De hecho su página web de Princeton permite ver sus intereses actuales.
Si queréis ampliar la biografía anterior y leer una mucho más extensa, en este otro enlace podréis haceros con mayor información sobre Nash.
Buscaba ser original, preservar su independencia y le era inevitable su menosprecio hacia la autoridad. Siendo joven, tuvo a su alrededor a grandes de la ciencia como Albert Einstein, John von Neumann o Norbert Wiener, pero nunca fue discípulo de nadie, recorrió su camino con su propia guía.
Para conocer mejor a este matemático, me hago eco de la opinión de un compañero de Nash, sobre su forma de pensar, de llegar a las soluciones, que tenía allá por los años 50 durante su etapa en el Instituto de Massachusetts (MIT). Este compañero es Donald Newman, matemático también, que solía decir de él que «cualquier otra persona subiría a una cima buscando un sendero en algún lugar de la misma montaña, mientras que John escalaría otro pico y, desde aquella cima distante, proyectaría la luz de un reflector hacia la primera para encontrar el camino».
Nash obtuvo el premio Nobel de economía por su trabajo doctoral, que es precisamente sobre teoría de juegos, de la variedad llamada “no cooperativa”. En su modelo cada jugador escoge su mejor elección. A veces la mejor elección se escoge independientemente de los demás como estrategia dominante. Sin embargo, en general la estrategia individual sí depende de los demás. Nash probó que la mayoría de los juegos no cooperativos tienen un punto de equilibrio, aunque algunos tienen varios y unos pocos ninguno. El punto de equilibrio, llamado equilibrio de Nash, implica que ningún jugador puede mejorar cambiando su estrategia. En el equilibrio, nadie tiene incentivo para cambiar. Este concepto resultó crucial en economía.
En el siguiente vídeo, de la película «A beatiful mind«, Nash afirma que Adam Smith estaba equivocado, que su teoría de la competencia perfecta es errónea. Además, podréis ver de una forma aproximada, lo que es el Equilibrio de Nash como concepto y por si no fuera suficiente, «el dilema del prisionero» os ayudará a ejemplificar y entender mejor lo expuesto por Nash en este sentido (en caso de no conocerlo), eso sí, de una forma muy superficial.