«Desde luego. Sachs está volviendo a lo que se hacía hace 50 años. Es como la película Regreso al futuro. Tal vez Almodóvar podría hacer una película con eso. Son ideas no ya de los cincuenta, sino de los cuarenta. El big push, el poverty trap de Rosenstein-Rodan son de los 40. Y Sachs usa exactamente las mismas ideas: que los pobres son demasiado pobres para ahorrar y salir de la pobreza, que el crecimiento de la población es demasiado alto, que hay que alcanzar unos niveles de inversión mínimos… Es lo mismo. 50 años de experiencia han destruido esas ideas. Mire el ejemplo de Corea. Estaba creciendo al 3%. Entonces, EEUU le cortó el grifo de la ayuda. Y empezó a crecer al 10%. No hubo trampa de la pobreza. China es otro ejemplo obvio: está saliendo de la pobreza sin ayuda. Eso es lo que me enfurece tanto de la irresponsabilidad intelectual de Sachs al defender ideas que han sido abandonadas por todo el mundo menos media docena de gente. Y él las populariza. Y eso es muy peligroso. Porque las malas ideas matan, literalmente. Si la gente en ciertos países sigue siendo hoy tan pobre como hace unas décadas es en parte porque hay intereses políticos ocultos, pero también porque se han aplicado políticas económicas muy malas.»
William Easterly es profesor de economía en New York University y co-director del Instituto para Investigaciones de Desarrollo de la misma universidad. A continuación, añado el enlace al discurso que Easterly dio al recibir el Premio Hayek del Manhattan Institute el 23 de octubre de 2008.
La cita de hoy, la he obtenido de una entrevista que le realizaron en 2007. Es crítico con la forma de actuar de los países desarrollados con respecto a la pobreza y los países que la sufren. Queda claro durante la entrevista, que su punto de vista es del todo contrario al de Jeffrey Sachs y a las políticas que llevan a cabo los países desarrollados para combatir la pobreza de los países menos desarrollados. La ayuda que les ofrecen, según él, no se realiza de la mejor forma posible y, expone algunos ejemplos para explicarlo y algunas soluciones mejor encaminadas que las actuales.
Ése es un ejemplo de la ridícula hipocresía de los países ricos: daremos ayuda con una mano y luego mantendremos los aranceles con la otra.