¨Lo más importante que tiene que saber un estudiante que sale de la escuela es; qué es y qué no es arquitectura¨
Francisco Javier Sáenz de Oiza. Arquitecto español.
Vaya, vaya, con nuestro amigo Francisco Javier Sáenz de Oiza. Menudo personaje importante para la arquitectura en España. Sí que lo es, sí. Nuestro personaje de hoy se atrevió a aconsejarnos a todos los estudiantes de arquitectura que pasearan por su biografía desde aquel momento, con esta evidente cita. ¿Evidente o no?
Quizás no sea tan fácil discernir entre lo que es arquitectura y lo que no lo es, por algo él lo señalaría como una habilidad especial. Ante esta situación…. ¿cómo debe sentirse un estudiante de arquitectura? Pienso que nada más lejos de la realidad que dedicarse a caminar por las calles de tu ciudad etiquetando todo lo que te rodea. La arquitectura, la ciudad (entendida como la arquitectura de las relaciones), es capaz de avisarte, brillar y gritar cuando es importante. Lo más bonito que le puede pasar a un estudiante de arquitectura es estar atento a todas esas llamadas sin perder de vista el giro de la Tierra en 24 horas. La arquitectura forma ya parte de su vida, pero no debe ser su vida. La arquitectura debe otorgarle grandes momentos de disfrute, pero no debe limitar su recreo. El estudiante de arquitectura es capaz de alimentar su fondo de saco con infinitos modos de ver la vida.
Sólo los genios tienen derecho ( y obligación en algunos casos) de limitar su vida a la arquitectura. ¿Qué sería del mundo si cada estudiante de arquitectura que saliera de la escuela, fuera un Gaudí, un Le Corbusier, un Mies Van der Rohe (por nombrar algunos de los más conocidos)? En ese caso viviríamos en un pequeño infierno lleno de aciertos. Yo me conformo con que los estudiantes de arquitectura que salimos de la escuela, nos comprometamos a vivir con honradez y sinceridad nuestra profesión, con delicadeza y cultura, con estos pequeños gestos y algo de suerte y trabajo podremos acercarnos a nuestro personaje de hoy. Con arquitectos como él en nuestras calles, sí que tornaríamos ese pequeño infierno por un maravilloso paraíso artificial. Pero tampoco es fácil ser Francisco Javier Sáenz de Oiza ^^.