En los últimos años vivimos una revolución radical en lo social y político. El feminismo como teoría y práctica cotidiana ha irrumpido en nuestros hogares, en las relaciones más íntimas, pero también en las calles. El movimiento feminista está sabiendo situar sus reivindicaciones, algunas de ellas históricas, como acabar con la brecha salarial, en el centro de la agenda política del estado español y a nivel internacional.
Las movilizaciones del pasado 8 de marzo supusieron un hito sin precedentes, el pueblo español fue visto desde el extranjero como un referente en la lucha por los derechos de las mujeres. A pesar de que contamos con un marco legislativo favorable a la implantación de la igualdad real, quedan todavía muchas cuestiones sin resolver como la brecha salarial, techo de cristal que impide que las mujeres accedamos a puestos de responsabilidad y dirección, división sexual del trabajo o la feminización de la pobreza, entre otras muchas.
Como decía, contamos con una base legal suficientemente amplia para poner en marcha acciones que permitan a las mujeres el libre y pleno acceso a los derechos que nos son negados. Lo que nos falta es voluntad política para llevar a cabo todas esas medidas contempladas en el pacto de estado y en los distintos pactos autonómicos contra las violencias machistas. Nos siguen faltando parte de los 200 millones que se acordaron el pasado septiembre, y es de esperar que el nuevo gobierno del PSOE cumpla con los acuerdos de los que formó parte.
Este cambio social que se percibe imparable requiere de más recursos, más personas formadas, cambios en el modelo organizativo de las organizaciones e instituciones que las hagan más democráticas e inclusivas. Decisiones como la del Juzgado Superior de Navarra de dejar en libertad bajo fianza a los cinco miembros de la manada, se dan de bruces con las masivas protestas cuidadanas y una sociedad que va por delante del poder judicial. Como mujeres, el mensaje que recibimos es el de que no sirve de mucho denunciar, que si lo hacemos estaremos expuestas, además de haber sido violadas.
Uno de los logros del feminismo es que ha llegado donde otros planteamientos políticos no llegan. Están surgiendo nuevas sujetas políticas que contradicen al sistema y a las reglas tradicionales de juego. Son todas aquellas que con sus acciones profundamente conscientes están poniendo la necesidad de vivirnos y cohabitarnos de otra manera. Las que nos hablan de revalorizar los cuidados, el trabajo reproductivo que ponga en valor todo lo asociado como femenino, y que por tanto ha sido denostado. Necesitamos recuperar todo, o parte del saber de cuidar, de mantener la vida que les ha sido negado, a los niños y a los hombres.
Los currículums escolares, hasta la fecha, no han contado con el conocimiento que nos pertenece por el simple hecho de pertenecer a la humanidad: el de los afectos, el de la higiene, el de la organización cíclica de los hogares. Tendremos que decidir con qué aspectos nos quedamos de toda esa cultura invisibilizada y despreciada, que vamos prendiendo,desde que las chicas accedieron a la escuela mixta sin atender a sus necesidades individuales y grupales. Una pérdida que viene generada por ese mismo desprecio hacia las tareas reproductivas que este tándem patriarcal-capitalista viene generando a la vez que les resultan indispensables para seguir existiendo.
Es ineludible, y se impone la necesidad de revisar el currículum escolar, tanto el formal, como el real y el oculto. Para incluir la coeducación en las escuelas como herramienta fundamental con la que trabajar para construir una sociedad sin manadas de violadores, donde las mujeres podamos desarrollarnos en igualdad en condiciones con respecto a los hombres, donde los crímenes de odio homofóbicos sean cosa del pasado y no confundamos el amor con sufrimiento. Una sociedad en la que los hombres asuman la parte que les corresponde de trabajo reproductivo, y que se nos devuelva a las mujeres la deuda histórica que el patriarcado nos ha generado.
Sin negar lo avanzado hasta la fecha, y reconociendo todo el sacrificio realizado por tantas mujeres valientes antes que nosotras, debemos ser muy conscientes de todo lo que queda por lograr. Sin perder de vista que puede haber retrocesos en un contexto de crisis de y pérdida de legitimidad del sistema. Y aún con todo, se abre un escenario de amplias posibilidades de transformación profunda en el camino hacia la igualdad de género.