Yo quiero ser pequeño otra vez. Nada que ver con la nostalgia que la vida despierta en todos nosotros cuando los años se acumulan y los objetivos y sueños quedan cada vez más lejos y son menos alcanzables. Nada que ver. Esto es serio. Se trata de jugar. Quiero jugar siempre, todos los días. Salir del estudio e irme al parque, a la pista, a la calle. Preguntar a los chicos que solo conozco de vista que si son impares, que lo sean, y entrar en el equipo que iba con uno menos. Vaya luz. A partir de ese instante dejará de preocuparme la elección entre usar un IPE o un HEB como soporte de una cafetería que jamás se construirá, y en mi mente solo reinará meter doce goles y que la próxima vez que vaya a la pista, todos discutan por que este escuálido niño esté en su equipo.
Este proyecto irradia diversión. Salir al patio en plena ciudad. Hace ya más de diez años de esta bonita reflexión hecha realidad en Nordrecht, Holanda, pero aun hoy me conquista al revisarlo. Espero que os apetezca ir a echar unas canastas o a comeros la infancia por ese tobogán.