Despúes de haber obtenido el Premio a la Mejor Dirección ‘Las Nuevas Olas’ en el SEFF y el Premio Escáner en el Festival Márgenes, Arima, de Jaione Camborda se estrena el próximo 7 de febrero. Arima es la ópera prima de Jaione Camborda, además de haber sido autoproducido por la directora y guionista.
En Arima todo es como un cuento con sus luces y sus sombras, con la oscuridad de un pequeño pueblo donde las mujeres son las protagonistas de la película, cuatro y además una niña, con sus toques de intriga, con posos de cine negro y donde la realidad no es tangible, pues todo es incierto pero gran verosimilitud.
Para la directora hay una escena que contiene toda la esencia que quiere plasmar:
Es esa niña jugando a ser adulta, mostrando la convivencia entre lo real y lo imaginario, el juego como algo muy natural y nada patológico, pero con la niña incluso con la forma de lo que se supone es ser mujer, y desde ahí fui buscando y formando el resto de personajes de una manera poliédrica, de juegos de espejos entre ellas, que cada una encarnara un cierto arquetipo y explorar la relación que tienen con el mundo y con los hombres, con la infancia y los recuerdos.
Lo de los espejos que nos comenta la directora en la charla, es verdad que se ve perfectamente en cada personaje, porque en cierta forma el resto se ve reflejada en la niña y en las imágenes de lo vivido.
Para Jaione el hombre es el ser observado desde la mirada de las protagonistas, no le quiso nunca poner como personaje principal, y bien es verdad, que aquí no se ve como algo principal, si no como una fuente de desenlace de la trama.
Si hay algo que prima en Arima es la resonancia de la ausencia, de los anhelos en cada personaje, es un denominador común. Para la directora todas escapan de algo, y todas buscan algo, teniendo un juego de ecos, y todas buscan el amor, en la amistad, en la familia, en los hombres. Y en ese vacío, en esa ausencia, está el motor de búsqueda del interior de cada personaje que ha dibujado Jaione según sus palabras.
Arima está enmarcada en una pequeña población, algo que la directora ha querido que fuera así, para que el espacio adquiera un espacio más psicológico y espiritual, no socio político, que trasladaba el interior de los personajes, por tener, dependiendo de la luz, una mirada diferente, a veces muy grande, a veces muy pequeño, otras veces muy verde e incluso plasmando la humedad.
Las tonalidades grises, negras y verdes hacen que la directora haya podido jugar con la cámara a mostrar los recuerdos con gran nitidez, y jugar en muchos tiempos.
Arima que posee una gran carga emocional en cuanto al olvido, y que yo veo en cada personaje y en los lugares expuestos además del tema de los espíritus y lo espiritual de cada protagonista, la directora además lo ve como algo inherente de lo real y de lo imaginado, de lo que intuimos que existe, pero no sabemos bien que es, ahí inserta la parte de los espíritus.