El tener o no tener expectativas ante un proyecto cinematográfico hace que el desenlace de su visionado sea normalmente mejor de lo esperado, aunque con el tiempo y el reposo las grietas de la fábrica visual finalmente se pueda desmoronar por partes. Steven Spielberg ha creado una gran producción para Mi amigo el Gigante, una fábrica de sueños que dará que hablar.
Mi amigo el Gigante de Steven Spielberg, es uno de los proyectos más esperados por sus seguidores, sobre todo si el ambiente se recrea en la imaginación enviada a los más pequeños de la casa, el público infantil, el más exigente aunque no lo parezca. Su memoria es fuerte y sus recuerdos se aposentan en sus cabezas si esas dos horas de metraje tiene un contenido auténtico y disfrutable. Y puesto que los creadores y productores exigen la atención del público en sí, hay que pedirles que estos proyectos tengan un desarrollo inteligible por y para todos, y no que una parte sea dirigida a una edad y otra a otras.
Melissa Mathison ha adaptado el cuento de Roald Dahl, para que Steven Spielberg se recree en la vida de una niña que cada noche sueña pero también tiene pesadillas, un buen día un gigante se la lleva a su cueva, donde ambos comenzarán una aventura, donde los dos se descubrirán y donde su alianza les hará combatir con un mundo oscuro de gigantes que no quieren que los sueños se hagan realidad y que los siguen crezcan en imaginación ni en vida.
Es toda una alegoría a la libertad de sueños en la infancia sin que la edad adulta influya en la misma. Petición de independencia de esa parcela de la vida minúscula invadida en la sociedad actual por la superior en años, que no en imaginación. Parte de la premisa de emplazar al público a la mente de una pequeña niña indefensa que se crea su mundo imaginario para evadirse del mundano ruido y de la monotonía y tristeza existencial algo ya bastante manido en este tipo de films.
Muchas metáforas insertadas en un guion que va dando vuelcos emplazando al espectador a ir virando con cada personaje y cada situación. Hay símbolos durante parte del metraje donde destaca y recalca donde está la inocencia, y posiblemente no es en la edad si no en la persona en sí, de hecho aquí metafóricamente lo lanza en los personajes de los gigantes, divide a todos ellos en dos contrapuntos, los que tienen maldad y el que nunca ha perdido ni perderá su inocencia y hace diferenciación en el tamaño de los mismos.
Licencias poéticas para plasmar la maldad enfrente de la bondad, requisitos fundamentales en películas de este calibre, que se plasma en muchos momentos en actos, y otros simplemente en los gestos incrustados en lo animado. La independencia de estos actos no hace veraz el fondo, ya que la fusión debería estar exigida para que en su conjunto el contexto fuera íntegro e único.
Que los sueños son de cada uno y que están influidos por sus vivencias y anhelos de vida, es muy palpable aquí en Mi amigo el gigante, al igual que las pesadillas nos emplazan a la búsqueda de la identidad y encontrar la fragilidad en el pasado para afrontar el futuro, descubriéndose en las parcelas emocionales.
Simbología estética recreada en muchos colores, que varían según la situación y su ambientación hace de la película un mundo singular y propio para el mundo infantil, todo bastante movido y dinámico. El problema es que solo es por tramos, en otros el color es más neutro y poco diferencial, y aunque eso quiere representar el estado de ánimo y situación de los personas no se transita de un estado a otro con gran maestría como se espera de Spielberg. Vamos que le falta constancia argumental y visual. Incluso habría que insistir que por momentos la producción no parece tan buena en fotografía como se esperara, la animación no está del todo lograda, al menos en comparación a la industria existente hoy en día.
El director deja sin definir muchos matices, hay flecos que se dejan, y ni siquiera a la libre interpretación, si no inconexos en el ambiente expuesto en Mi amigo el gigante. La duración que es de casi dos horas, no es compacta si no que hay tramos que se diluyen sin narrar nada especial, y en ocasiones incluso se repite sin regalarnos nada extra.
Cuando se tiene que llegar al término de tomar una decisión por parte de los protagonistas, el guion da un giro inesperado y nos encontramos ante un ambiente totalmente hilarante y extremadamente fantasioso, donde no hay capacidad de creatividad ni realidad, es tan exagerado y surrealista que no es nada creíble.
Mi amigo el gigante recuerda a tantas películas, con muchas influencias de las mismas, como son ET, Alicia en el país de las maravillas, El señor de los anillos, Annie y Parque Jurásico entre otras. Muchas en movimientos y escenas, que desembocan en un significado común, otras en lo que enfocan, otras en estética, otras en color y en imágenes. Pero todo ello hace que te salgas de la base principal de la temática, y mentalmente hay un vuelco hacia el referente perdiendo el hilo conductor de lo que se está visionando. Aunque han querido escoger entre mejor de los referentes no alcanzan la calidad de lo importado.
Este aspecto de salir y no volver a entrar de todo en el film, es directamente proporcional al enganche que se pueda tener en todo momento, la desconexión no es momentánea si no que es grande, pues es constante. Ahí falla, ahí es donde radica su falta de originalidad y por ello no llega a ser tan recomendable como se cabría esperar en la factoría Spielberg.
Ficha técnica