Este viernes viene a ver el amanecer desde nuestra metrópolis José Luis Sandín, nacido en Hermosillo (México), a menos de 300 kilómetros al sur de Arizona.
Nos dice José Luis que la influencia estadounidense es evidente en sus ideas y las permea con la lógica de las historias del Correcaminos y el Coyote. Desierto puro y duro con cerros como recortados con soplete, tal es el sitio donde creció. El resultado de sus orígenes ha quedado plasmado en varias de sus historias. Quizá por sus raíces aferradas al desierto le fascina el minimalismo, y por ello gran parte de su escritura se ha realizado como microrrelato o minificción. Sin embargo, a pesar de deberle tanto al desierto, curiosamente como escritor de micros creció en una Marina, el blog-concurso Ficticia.
Su primer microtexto publicado apareció en la revista digital Al Margen, Complicidad, a finales de 2003.
Tuvo la fortuna de participar en el primer sirenario del microrrelato mexicano, antologado por Javier Perucho (Ediciones Fósforo y Consejo para la Cultura y las Artes de Nuevo León, 2008). Actualmente hay una segunda edición digital de esta antología, aumentada y revisada, que se encuentra en Cuadrivio, Sirenario (2017).
Se pueden encontrar sus microrrelatos en varias antologías editadas en México: Cien Fictimínimos (Ed. Ficticia, 2012); El libro de los seres no imaginarios (Minibichiario, 2012); Alebrije de palabras (Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, 2012).
En España hay textos suyos en Primavera de relatos indignados (ACEN, 2012). Con la Generación «Bibliocafé» de Valencia ha colaborado en Sesión continua (2012); Último encuentro de Bibliocafé (2012); Por amor al arte (2014); 23 relatos sin fronteras (2015); Relatos en blanco y negro (2015); Mayores sin reparos (2016); Entre bambalinas (2016); ¿Cuánto pesa un libro? (2017) y GB with The Beatles (2018). Con «Valencia escribe», en las antologías Buffet libre (2015) y El tiempo y la vida (2016). En 2017 participó en Arte efímero, antología de microficción con autores de España, Perú y Polonia.
En solitario ha publicado sus Historias del metro (2013) y Letrario (2015). Tiene en preparación un libro de relatos. También está próximo a aparecer en la antología La Marina de Ficticia, de editorial Micrópolis (Perú).
Os dejamos con algunos textos de este autor mexicano:
Pueblo
Hacía mucho tiempo que había partido del lugar. El polvo y el viento habían borrado todos los ladrillos de sus recuerdos; las casas de su imaginación formaban féretros bajo el sol; el páramo se diluía en el horizonte de la mirada; las voces emergían del barro que ya se le había formado en la garganta. Al intentar caminar, un remolino de olvidos lo convirtió en arena.
Noche de feria
Ella mide poco más que su trompeta. La toca bajo los destellos índigo de la iluminación. Sus carrillos suben y bajan, como si inflara globos y sus dedos los anudaran. Las notas musicales que han llegado a mí me las llevo, cromáticas, flotantes, atadas con los hilos invisibles de las estrellas.
Bestseller i.m. Juan José Arreola
Editado en blanco inmaculado, los ejemplares incluyen pegamento y una bolsa de palabras.
Justicia
Dado que todas las pistas conducían a él, se entregó a la policía. Ya cometería el crimen cuando saliera de prisión.
[Este es un relato para cubo: recorta los textos y pégalos en las caras de un cubo. Lo giras y lee lee en cualquier orden]
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La codicia le ha ganado al amor. Su cuerpo se mece en un ir y venir de las olas, entre espumas y algas del amanecer.
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—Calla. Ya no perteneces a este lugar. Ahora es de mi hijo. Vete ya, por Dios.
—Siempre he vivido en esta casa, siempre. Aunque lo deseo, no puedo marcharme.
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El disparo rompe la inmersión de la noche en el mar. Ella cae, salpica el aire con sus gotas saladas de vida. El cielo está teñido de rojo y plata.
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—Vamos. Quiero recordar los atardeceres a tu lado.
—Hace tanto que no veo el cielo teñido de rojo. Vamos.
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Aspira a irse de la casa de los odios, salir en vuelo por la primera ventana abierta.
Está atada de por vida y de por muerte. Grita su impotencia.
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Al contacto con el agua, el lazo se estrecha y la conduce hasta su morada: la casa que le acaba de robar su hombre. Solo los unicornios de mar le dieron el adiós.