Agnés Varda, directora más que consagrada, y JR, artista gráfico urbano, se unen para realizar un viaje y realizar fotografías a gran escala de personas desconocidas, la veterana ya no tiene su visión con la capacidad de realizar fotos con calidad y se deja llevar por JR, generacionalmente más joven pero no por ello con más vitalidad. Ella desprende optimismo, entusiasmo y amor por el arte y la vida, y así con esa positividad nos dará unos minutos de lección de vida a todos.
Una road movie peculiar, simpática y que anima a repetir en su visionado. Una cinta que rebosa positividad, fuerza y carisma en todo su metraje. Dos personalidades dispares en muchos aspectos, y a la vez tan sinónimas en su interior, una búsqueda diaria de la creatividad que aporta a sus vidas la luz y la energía necesaria para crear, en su mundo, y vivir en el mismo y en el de los demás, porque su huella queda patente.
Una historia de recuperación de espacios, de dar voz y visibilidad a lugares que muchos no conocerán y no se visitarían a no ser por la particularidad, a veces, del desarraigo de la sociedad y del abandono en sí mismo.
En el primer visionado uno disfruta de la vitalidad, de la imaginación y de la sintonía de los protagonistas y conductores tan singulares del guion, pero ya después en el segundo tras ya conocer la historia el espectador puede encontrar muchas metáforas escondidas en ese viaje de los dos autores.
Uno puede extrapolar ese recorrido y las vivencias de ellos a la vida en sí, a cada persona, a la similitud del avance en las relaciones, como el poso de la confianza va dando paso a las confidencias, a que todo sea más ágil y que fluya con otro ritmo, incluso a veces más lento como son las relaciones con el tiempo, más sosegadas y con la posibilidad de la complicidad.
Dos personas distintas que se funden en una sola: la imaginación, la necesidad de contar y compartir reflejando lo cotidiano, incluso lo más banal, pero no por ello menos importante, dando luz a lugares sencillos, comunes que rebosan historias llenas de humanidad.
Conversaciones irónicas y rebosantes de unión que se sostiene en el montaje de una historia imaginativa al principio de una ficción como si fuera un cuento de enredo y que da paso a su viaje tanto interior como exterior de cada uno de ellos, dejando un pedacito de su alma creativa en cada retrato, en cada fotografía.
Caras y lugares se puede ver como un homenaje a su carrera y a su vitalidad por parte de JR a Agnès Varda, pero al mismo tiempo es rendir pleitesía ante lo natural, los pequeños lugares, habitados o en despoblación, a las personas de a pie, con una vida más o menos importante o relevante que el resto de los mortales, pero con un relato propio incluido la huella de los recuerdos, de los anhelos y lo perdido en el camino. También dan visibilidad a las minorías que hacen de la vida todo un conjunto de colores, teniendo para todos los gustos.
De esta forma la cinta lleva implícito mucho más que lo que se puede imaginar, pues en esas fotografías de ambos las que se enfocan por parte de él, las desenfocadas por parte ella en la actualidad y las que hizo en su día, se esconde mucho más de lo visto, se esconden recuerdos, viajes emocionales, reivindicaciones laborales y personales, la calle, el bullicio, la unión, el trabajo, la familia…
Caras y Lugares ha sido la película que cerró DocumentaMadrid 2018 fuera de concurso, ya que la directora y protagonista del film, Agnès Varda, era la invitada especial del certamen.
Ficha técnica |
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