Acallado ya el eco del desgarrador desconsuelo de familiares y amigos, el carpintero se acerca disimuladamente al ataúd del soldado, mira furtivo en ambas direcciones y acaricia con orgullo el fruto de su trabajo.

Acallado ya el eco del desgarrador desconsuelo de familiares y amigos, el carpintero se acerca disimuladamente al ataúd del soldado, mira furtivo en ambas direcciones y acaricia con orgullo el fruto de su trabajo.

Deseché, por falta de carácter, el despedazar a alguien del vecindario para ver así mi nombre impreso, mi gran aspiración desde pequeñito, y me decanté, en su lugar, por la escritura de relatos para alcanzar, al fin, ese sueño.