Siente el viento en su rostro, extiende los brazos y se deja llevar. Se prolonga el silencio. Calma, serenidad. Confortable sensación de libertad. La playa ofrece una idílica estampa del lunes de Pascua. Fascinación a ritmo de vals. Mira hacia abajo y con la mano saluda al niño que una vez fue. Ese niño que, descalzo en la arena, sujeta el hilo y le ve volar.
