Cerca de la capital del estado de Michoacán, a 20 minutos de la misma, se localiza una comunidad de orígenes indígenas muy remotos con una riqueza histórica y cultural muy importante que pone de manifiesto el legado de las enseñanzas del primero obispo de Michoacán Vasco de Quiroga y de la herencia prehispánica que predominó por los antiguos Tarascos.
“Lugar de capulines” del náhuatl así se le denomina a la población de Capula, antiguo pueblo alfarero que con recelo conserva parte de sus tradiciones y riquezas culturales que se han perfeccionado con el correr de los años. Nos cuenta la historia que hace mucho tiempo en las cercanías de lo que actualmente es el poblado de Capula, se establecieron antiguos asentamientos humanos de los que hoy solo quedan las huellas de ese pasado en los vestigios arqueológicos que se han encontrado por la zona. Destaca pues, según Feliciano Tapia, autor del libro Memoria histórica de Capula, que en los lugares conocidos como la Yácata o el Taracuatal, entre otros sitios cercanos, se han descubierto antiguas tumbas de tiro, fragmentos de cerámica o ídolos de piedra que posiblemente fueron deidades de culto de los pobladores que habitaron la región desde mucho antes de la conquista española.
Capula es un pueblo que destaca por su gran trabajo alfarero, sus maestros artesanos entre los que vislumbra las obras de reconocimiento nacional e internacional de la catrina siendo el pintor y artesano Juan Torres quién le dio vida a la huesuda y que gracias a ello, esta población es reconocida por la elaboración en barro de la misma, teniendo en la entrada del pueblo una monumental Catrina, trabajo del mencionado artista.
Visitar la población es adentrarse a conocer los talleres artesanales de las familias alfareras de la región, durante las festividades de Noche de Muertos, Capula se viste de festejos con la Feria Nacional Artesanal y Cultural de la Catrina, donde el visitante podrá disfrutar de exposiciones artísticas, trabajos de la alfarería local entre las que se destacan piezas como vajilla, ollas de barro, macetas, tazas, entre otros; siendo la elaboración de catrinas de los objetos más trabajados e importantes. Así pues, los visitantes también podrán disfrutar la rica gastronomía de la zona, entre los que se destaca el mole, las corundas, las enchiladas, los quesos de la población de Iratzio (un lugar imperdible para degustar los quesos y la rica barbacoa de borrego de los restaurantes de la zona), entre otros platillos.
La parroquia de Santiago Apóstol, patrono de la población, un destacado edificio histórico dedicado al Santo y que data del siglo XVI su construcción, teniendo en el exterior de su facha elementos decorativos del siglo XIX entre los que podemos observar la torre del templo y el interior del mismo en sus altares. En el centro del pueblo, se ubica la plaza principal donde se puede observar su kiosko que engalana la plazuela y una zona de portales que le da un toque de belleza con aires de tranquilidad.