La teoría de la biogeografía de islas sostiene que el número de especies encontrado en una isla (número del equilibrio) esta determinado por dos factores, el efecto de la distancia del continente y el efecto del tamaño de la isla.
En este contexto una isla puede ser cualquier área de hábitat rodeado por áreas inadecuadas para las especies; pueden no ser islas verdaderas rodeadas por el océano, sino también, montañas rodeadas por desiertos, lagos rodeados por la tierra firme, fragmentos de espacios naturales rodeados por paisajes alterados por los humanos. Sobre este último aspecto voy a centrar el artículo.
Hace mucho tiempo que la ley valenciana de Espacios Naturales Protegidos (ENP) no ha cambiado nada. Son muchos años en los que el caciquismo en la Comunitat había campado a sus anchas. Apenas se habían declarado nuevos espacios y aquellos que lo hacían era por imperativo legal (Directiva Hábitat y Directiva Aves) que además cubrían una superficie mínima. Recordemos que hasta incluso el Reino de España llegó a recibir sanciones debido al envío de datos ambientales sobre algunos LIC’s [1] Lugar de Interés Comunitario y ZEPA’s [2] Zonas de Especial Protección para las Aves valencianos que no se habían tramitado correctamente.
El Siglo XXI avanzaba pero la política de ENP valencianos se había quedado anclada en la década de los 80. Los PORN [3] Plan de Ordenación de los Recursos Naturales y PRUG [4] Plan Rector de Uso y Gestión siguen todavía a día de hoy sin modificarse desde su declaración. Por no hablar de los PUP [5] Plan de Uso Público y PDS [6] Plan de Desarrollo Sostenible , algo que suena a chino en esta comunidad autónoma. Eso si, rutitas de colores y la famosa Marca Parcs Naturals se anunciaban a bombo y platillo, con melodías de clarinete para que luego no se diga que no Som Valencians.
Pasaba el tiempo, sin embargo el Equipo Técnico y las Brigadas de Conservación salvaban a los políticos de una imagen en la gestión del Espacio Natural nefasta. Sobre todo eran los Parques Naturales, las joyas de la corona de Jaume I, aquellos lugares más visitados y concurridos de la rica naturaleza valenciana, los que daban la cara ante el público visitante.
Pero entonces llegó la crisis que supuso la escusa perfecta para esgrimir el argumentario todavía vigente «no hay dinero para la naturaleza» por lo que tenemos que recortar personal y presupuestos. Así, las plantillas de personal se redujeron a casi un tercio no obstante el público no lo notaría tanto. Porque claro, todo el mundo comprende las prioridades públicas y el Medio Ambiente nunca lo ha sido en ningún lugar de este País Valenciano. No obstante el entorno que nos rodea debe ser una prioridad para las personas que lo habitamos, no algo con lo que adornar programas electorales o discursos políticos.
Como comentaba anteriormente el ritmo de declaración de Parques Naturales, el máximo nivel de protección ambiental valenciana, había decrecido de forma preocupante. Por lo que la década del 2005-2015 la Generalitat tenía que hacer un esfuerzo por declarar aquellos lugares más emblemáticos para dar un nuevo impulso a este tenderete. Vinieron entonces la Serra Gelada (2005), el Parque del Turia (2006), el Penyagolosa (2006), la Tinença de Benifassà (2006) o la Puebla de San Miguel (2007), para provocar como resultado la ya célebre frase de que la «Comunidad Valenciana la segunda con más Parques Naturales después de Andalucía». Importaba mucho el y yo más, aunque la calidad y la superficie de los mismos daba igual. Hay que recordar que el Parque Natural más pequeño del mundo se encuentra en la Comunitat, y que fue escalado por el actual presidente de España. Se pretendía alzar a la región autónoma como la potencia verde europea al albergar la mayor red de espacios naturales protegidos más importantes de toda Europa. Todo a lo grande, el más de … y el mejor de … eso nos encanta…
No obstante las cosas no se habían realizado ni mucho menos de forma planificada. Así, para sorpresa de muchos profesores de ecología de las universidades del país valenciano se había conseguido el aislamiento de aquellos espacios naturales que eran dignos de conservar. Ejemplo de ello fue la Tinença, islas bajo la marca parque que misteriosamente eran las únicas partes públicas del área protegida. Pocas personas se percatarían pero … ¿qué más da? Lo importante era la apariencia. Nada que ver con la idea de Reserva de la Biosfera. Algo compacto, enorme y con áreas concéntricas. Eso si, España es hoy en día junto a EEUU el país con mayor número de estas figuras mientras tanto la comunidad valenciana no aporta ni una sola de ellas. Existen muchos defensores en la «academia» de figuras como éstas en nuestra comunidad pero no desde luego en la clase política.
Un ENP debe funcionar como un lugar «generador de posibilidades» y no sólo como receptor de visitantes. Retomando el concepto de isla en sentido figurado, el ENP funcionará como isla si solo recibe público, en cambio si ofrece algo atractivo e interesante irá más allá de sus fronteras y conectará con lo que se hace en otros lugares creando así una verdadera red de ENP.
Por fin, después de todo ese periplo en la declaración de ENP se anunciaba el que sería el 23 Parque Natural «Sierra Escalona y Dehesa de Campoamor». El último refugio forestal del cono sur de la comunidad valenciana. Un área masificada por las urbanizaciones y los campos de golf que iba a ser protegida por el partido más conservador y acérrimo con la especulación. Increíble pero cierto, cuando ¡plas! Llego la inesperda muerte de un conseller afín al proyecto y todo sucedió de forma súbita. Posteriormente elecciones y ¡zas!, el eterno opositor podía acometer todo aquello que se había quedado pendiente. Las grandes promesas incumplidas se podrían realizar. Pero, la dura realidad fue más triste de lo que todos pensábamos. La asociación «Amigos de Sierra Escalona» que había luchado durante más de una década por la protección de este espacio vio un hilo de esperanza en aquellas promesas. Sin embargo pasaron los años y la eterna promesa sigue sin cumplirse. A pesar de todo, la sociedad civil organizada seguiremos, en la medida de nuestras posibilidades, recordándole a la administración que la vida y lo que la amenaza está en el campo, y a los despachos llega la versión escrita.
Reportaje de Samaruc Digital sobre Sierra Escalona y Dehesa de Campoamor
Desde la entrada del nuevo gobierno valenciano se habían hecho multitud de declaraciones políticas al respecto. Por un lado del molt honorable President, por otro el de la Consellera del ramo, el secretario autónomico de medio ambiente, el director general de Calidad Ambiental y Medio Ambiente, el subdirector general de la misma cosa… Así hasta llegar al jefe de servicio de Espacios Naturales Protegidos, en concreto recuerdo a éste último poner su cargo a disposición si en este mismo Agosto no estaba lista la declaración de Sierra Escalona como espacio protegido. Bueno, pues como todxs llegados a este punto de la lectura imaginaréis que ni se ha pedido su dimisión ni se ha protegido nada de nada.
No se si será posible un veintitresavo Parque Natural para la Comunidad Valenciana. Tampoco si seguirán diseñando islas de protección que no sirven para mucho (aunque sean legales son poco ecoéticas). Para Sierra Escalona y la Dehesa de Campoamor habían varias planteadas sobre el papel como las que se ejecutaron finalmente en el PORN [7] Plan de Ordenación de los Recursos Naturales de la Tinença de Benifassà . Pero lo que más me preocupa es que hemos perdido la confianza en algunos grupos políticos, aquellos que dirigen el común, es decir el servicio público. Nos ilusionamos con un proyecto pero nos la metieron doblá. ¿De que sirve ser los que más parques naturales tienen si no se mantiene un personal y unas brigadas de conservación adecuadas?. ¿Para qué crear multitud de actividades en el parque del mes inconexas entre sí sino existe una programación anual seria y consciente de que es lo que queremos ser como país?. En definitiva considero que eso es lo importante, dejarnos de aparentar para actuar en un mundo actual.
Agradezco enormemente la labor de revisión de mi gran amigo Tomas Vicente Martínez Campillo así como su lucha incesante para lograr la protección de su entorno más preciado la Sierra de Escalona.