Es una de las grandes (y pocas) esperanzas blancas destinadas a suceder a la generación de moteros tranquilos y toros salvajes. Jeff Nichols, como James Gray, estrena sus películas en medio de una notable expectación que busca encontrar las huellas de una historia del cine USA que muchos deseamos que siga caminando. No por pertenencia afectiva a ese país pero sí a su historia cinematográfica y a sus ancestros.
Eso puede provocar que muy comprensiblemente lo sobredimensiones y sobrevaloremos, que perdamos la paciencia y decretemos demasiado rápido genialidad absoluta donde solo hay unas incipientes cuatro películas. ¿Quieren hacer ustedes el ejercicio mental y recordar dónde estaban John Ford, Howard Hawks o Alfred Hitchcock en su cuarta película?. De ese juego es muy evidente qué problemas de perspectiva padecemos a la hora de calibrar a los nuevos talentos y a la hora de calibrar no tanto su valor presente como la incierta y más prometedora de lo que parece prospectiva futura.
Desde luego Take shelter, esa gran película apocalíptica, y Mud, ese gran relato en el que se cita de forma omnipresente a Twain, dan motivos para el optimismo. Midnight special, se estrenó muy de tapadillo, casi con vergüenza, la desconozco porque aunque no lo desapruebe rara vez me bajo películas y cada vez espero con más paciencia verlas en condiciones de exhibición dignas (las bajaba cuando aquí no se estrenaban demasiadas obras porque sí, ahora todo ha cambiado).
Loving narra la historia real de Mildred y Richard Loving, un matrimonio interracial que se casó en Virginia y fue detenido y condenado a exiliarse hasta que su lucha consiguió que en 1967 fue derogada la ley que impedía los matrimonios entre negros y blancos.
El comienzo del film es deslumbrante. Nichols hace fluir las imágenes con la belleza y la serenidad de un Clint Eastwood en sus momentos más inspirados. Su primer segmento es el que demuestra que Nichols está llamado a grandísimas cosas, ya hemos disfrutado lo suyo pero insistimos: cuatro películas.
La mejor esecena es avanzado su metraje, con la presencia del personaje del fotógrafo al que da vida el actor fetiche de Jeff Nichols, el actor Michael Shannon, en una secuencia de verdadero maestro, de mirada sensible sobre una película, sobre unos personajes, sobre una intimidad y cómo enfocarla de manera verdaderamente honesta. Una secuencia que dice en el fondo que esa intimidad es mucho más hermosa de lo que capta nuestra triste foto tirada de tapadillo.
El resto del film no es que decaiga propiamente, sería injusto considerarlo así, es que acusa ciertos problemas de dramaturgia, nacidos de su propia naturaleza. Desde luego no es lo que podría haber sido, un vulgar telefilm de los que se hacían antes sobre casos reales ni un biopic de los llamados académicos al uso. El problema es que a la película, siendo considerablemente importante lo que trata, le falta cierta densidad.
La pareja, interpretada por unos inspiradísimos Joel Edgerton y Ruth Negga, lucha y hace lo que debe hacer por volver pero mientras contemplamos un exilio relativamente tranquilo y unos conflictos y unas dificultades de vida moderadas. Si me permiten ser algo sarcástico, entiendo la lucha de los Loving, será que uno considera que hogar es allí donde te tratan bien y te dejan ser feliz y no es fácil entender que toda la película se vertebre sobre el deseo de volver a un lugar oscurantista y vendido a preceptos legales medievalistas condenados a desaparecer.
Y claro, es que Loving dura dos horas, no sucede nada dramáticamente demasiado significativo, estamos muy de acuerdo con la pareja, nos parecen aberrantes las leyes de Virginia, sabemos además que todo va a acabar bien, pasamos media película en plena lucha por los derechos civiles y efectivamente: todo acaba bien.
No hay en Loving ninguna carga de profundidad contra un racismo persistente y percutante aún con los EEUU haya tenido ya un presidente negro. Un racismo que no cesa. Todo es bastante evidente e incontrovertible. Estamos cómodos en ella y no nos remueve nada.
Las preguntas qué surgen son dos. ¿Había película, había algo que expresar más allá de relatar un caso singular e importante?. ¿Si había película podía asumir ese esfuerzo de escritura quien ya asume una puesta en escena magnífica?… en definitiva un viejo tema ¿se puede estar en misa y repicando?.
Loving permecerá como muestra del noble y respetable Arte de los que siguieron mimando el clasicismo aún cuando el cine caminara por otros senderos. Es imposible no conmoverse con ella aún cuando se valore que el Cine ha de seguir su propio destino y es imposible no conmoverse cuando ves que no se practica un clasicismo recreativo y mimético.
Más cuestionables serán en definitiva sus paupérrimas aportaciones a la posibilidad de pensar sobre nuestro tiempo y sobre nosotros. Estamos demasiado de acuerdo con en ella.
Ficha técnica