Gemma Adeva: «Es posible cambiar uno mismo a través de pequeñas acciones»

Un amigo que es de otra ciudad definió Alicante como el lugar de «la cultura de la chancleta» y no pudo expresarlo mejor. La situación aquí es preocupante. Como ciudad deberíamos tener a nuestro alcance muchas más opciones, pero claro, el verdadero problema es que la gente joven no está interesada en nada. Es nuestra culpa, lo que hemos generado a base de vender el turismo de playa, sol y veraneo. Es duro iniciar un movimiento cultural aquí y que progrese. Lo primero que hay que hacer es educar y despertar a toda esa gente cuyo único interés es salir de copas. Cómo se hace eso? Aguantando y no rindiéndote.

Que la cosa está mal lo sabemos todos… pero nosotros como ciudadanos tenemos gran parte de culpa. Y es que hemos dejado que el capitalismo nos engulla, que los políticos nos toreen y no cumplan su palabra, que el mundo se haya ido convirtiendo poco a poco en un sitio gris y frío. Partiendo de la base de que todos somos seres humanos, no tiene mucho sentido que hayamos dejado de respetarnos los unos a los otros, que sintamos indiferencia hacia los que lo pasan mal. Tenemos que volver a los orígenes, comprender el significado de ser personas, porque ahí está la diferencia y el cambio.

El cambio es lo único posible en esta situación. Nuestro panorama político necesita una limpieza, pero una de verdad, real, no solo de cara a la prensa. Hay que cambiar las tornas y dejar claro que el poder lo tenemos nosotros, que un político solo puede representarnos, pero nunca pasar sobre nuestros derechos. Esto no se hace con una manifestación, se debe hacer poniendo sobre la mesa todas las herramientas legales de que disponemos.

Sin embargo, pienso que es posible cambiar uno mismo a través de pequeñas acciones. Acercarnos a la naturaleza, desarrollar la creatividad (qué te va a decir una crafter) y disfrutar de los detalles que pasan ante nuestros ojos cada día… eso es vida y cultura. El movimiento del hazlo tu mismo, de lo hecho a mano, cada vez tiene más repercusión en las ciudades. Las intervenciones en el entorno (cubrir jardines, monumentos y otras instalaciones con lana y piezas tejidas) son una buena forma de llamar la atención y reivindicar que una vida sencilla puede ser muy satisfactoria.