Siguiendo el hilo argumental del primer post, y empezando a profundizar en cómo actualmente el modelo de vivienda se ha convertido en un corsé que intentamos romper con lo que tenemos a nuestro alcance: el mobiliario. Éste es la máxima representación de nuestra vida doméstica. Podríamos visitar una casa y entender perfectamente cómo funciona en el dia a día el inquilino, incluso deducir fácilmente sus inquietudes. Usamos el mobiliario para adaptar la vivienda a nuestra manera de entender la vida, y es en este diálogo cuando se pone de manifiesto la calidad de cada espacio en relación al uso que le damos.
Ligado a este hecho, si podemos llamarlo así, encontramos el fenómeno «Loft» y su auge en la sociedad actual, considerado como uno de los tipos de vivienda más cotizados y esta cotización tiene su valor en la propia indefinición de su espacio. Es el hecho de permitir una absoluta personalización a partir de elementos ligeros, el propio mueble como ya hemos comentado, del espacio, decidiendo nosotros mismos qué uso es el realmente dominando en nuestro espacio.
Un ejemplo claro de cómo generar estas situaciones es el edificio de viviendas sociales de Lacaton y Vassal en Mulhouse, como vemos se tratan de unas viviendas dúplex de dimensiones generosas, pero que centrándonos en la esencia de los espacios, tan solo se distinguen los cuartos húmedos y dormitorios, que suponen en proporción con el resto de espacios una superficie ostensiblemente menor.
El espacio destinado a habitar propiamente dicho es el que adquiere importancia, siendo en esencia un espacio neutro pero con una calidad lumínica y térmica natural muy elevada, es decir, los arquitectos se limita a dotar al futuro habitante de un espacio lo suficientemente grande como para que pueda adaptarlo a su manera de entender la vida, a sus propias inquietudes. Y como muestra algunas imágenes de cómo han terminado por ser estos espacios, cada uno con una identidad propia, y es que desde la propia elección de materiales hasta la propia concepción volumétrica del mismo.
Después de todo esto lo que está claro es que una nueva manera de concebir el desarrollo de la vivienda colectiva es posible y que cada uno de nosotros puede acceder a ese «Loft» de nuestros sueños y que en definitiva no es más que un espacio digno para poder hacerlo nuestro, y no rebuscarlo entre los metros de tabiques que nos encorsetan actualmente.
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