Texto colaborativo elaborado entre las componentes de la sección feminismos de esta casa. La ciencia ficción, como todo, será feminista o no será.
Parecía un domingo cualquiera…a esa hora probablemente la gente estaba desayunando, escuchando la radio, dando una vuelta con el perro… y no. Leo se encontraba absorta en sus pensamientos mirando al cuadro de Frida Khalo que tenía en la pared junto al escritorio que había traído de casa de su abuela. El sol entraba por la ventana calentando parte de su rostro y su hombro, y pensó qué gusto le daría abrirse de piernas y y dejar que el sol entrara en su vulva.
—¿Por qué nunca me atreví?— puede que parte de ese bloqueo tuviera que ver con el chip que le instalaron al nacer.
El pensamiento, latente apenas unos segundos, fue oportunamente sustituido por un fuerte deseo de hacer yoga enfudada en sus pantalones a juego con la esterilla de plástico 100% reciclado en RPC. La temperatura, el silencio, la respiración, acompasadas y perfectas, salvo un reflejo intermitente que le caía a la altura de los ojos. De un ágil salto, fue a cerrar el cristal. Una viejita, desde la torre de enfrente, le hacía señas.
Pensó que no era a ella así que miró hacia atrás entonces se dio cuenta de que esas señas iban dirigidas también a esa extraña criatura. Así que no le quedó más remedio que enfundarse el traje, coger el casco; ya haría yoga en otro momento. Se acercó a la habitación de Sami y la despertó, tenían que darse prisa el hangar estaba un poco lejos y a pesar de ser domingo la radio había dicho que había atasco en la interestelar 3. Así que si no se apresuraban llegarían tarde, otra vez, y no estaba el horno para bollos. El reflejo de la criatura era señal inequívoca de que, de nuevo, estaban en problemas.
– Leo b454 y sami h432 camino del hangar, repito camino del hangar. La criatura ha vuelto, repito criatura de vuelta.
– Recibido b454 /h432 os esperamos en la torre de control, torre de control preparada para vuestra llegada. Arrancaron las motos y salieron al exterior.
– Leo, vámonos por el camino del depósito. No cojas la interestelar 3. No sé por qué, pero tengo un mal presentimiento .
Hacía años que no tomaban ese atajo. Tantos como hacía que no veía a esas criaturas, su presencia le hacía sentir un escalofrío que le empujaba a correr.
Sabía lo que sucedería. Cada vez que una de esas criaturas aparecía, empezaba a olvidar ciertas palabras. Luego, eran frases enteras. Era como si la criatura le fuera devorando el lenguaje, como si esa presencia se tratara de algún virus que afectara únicamente a su chip.
De pronto, recordó a la viejita haciendo señas.
¿Qué quería decirle con esos gestos? ¿Era ella otra de las víctimas de las criaturas? ¿Y si esas señas eran parte de un nuevo lenguaje-criatura?Debía apresurarse en llegar al hangar, antes de que su capacidad de comunicarse empezara a verse afectada.
-Criatura, hangar, torre de control, Leo b454, Sami h432 , protocolo, criatura, viejita, señas, miedo, criatura, vulva de cristal, caracol extraviado, motacú, yoga, criatura, funzao…
Repetía, una y otra vez, para no olvidar las palabras que consideraba más importantes. Ojalá fueran suficientes. Ojalá llegaran a tiempo.
El caos se había desatado en el hangar. Al principio éramos 10,20, 40… pero pronto dejamos de poder contarnos, en círculos, en grupos, o dando vueltas solas íbamos repitiendo nuestras palabras, las importantes. La cantinela, como oración o mantra, nos daba tranquilidad. En la torre de control intentaban ver cómo solucionaban la crisis, cada una de nosotras había visto a la misma viejita en la ventana, el diagnóstico estaba hecho, pero, ¿cuáles habían sido los daños?, ¿cuántas de nosotras no habíamos alcanzado aún el hangar?, pronto iba a ser la marcha por la liberación y la ciudad estaba inmersa en los preparativos.
Sami h432, que llevaba a su retoño a la espalda, se sentó a observar el panorama mientras le daba de mamar. También le susurró a la pequeña las palabras importantes: cuidados, ciudad, piel, afectos, memoria, cuerpo… Pensó que este momento sería uno de esos que le contaría cuando fuera mayor. Una suerte de épica feminista familiar.
De repente, en mitad del caos, se hizo el silencio ante la aparición de un tubo en mitad del hangar. La canalización parecía conectar la ciudad con nuestra plataforma. Poco a poco un gran cantidad de mujeres empezaron a llegar a través del conducto. Fue entonces cuando por cada palabra pronunciada alguien podía ordenarla y darle significado común. Entonces llegaron los abrazos. Sabían que la ciudad estaba preparando el día de hoy, pero lo que sucedía en el hangar pertenecía a otra galaxia, ellas lo sabían.
[…] 8M: camino del hangar […]
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