El ser humano tiene la capacidad de haber difícil lo fácil, de complicarse la existencia con tal de no prestar atención o de simplemente dejar pasar el tiempo. El dicho de «no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy», es algo habitual por estos lares españoles, y aquí en la obra teatral Vuelva usted mañana queda de manifiesto todo ello, además de incluir la ironía como instrumento muy destacable.
Un ciudadano francés, Sans-Delai, llega a España para tramitar en pocos días unos temas administrativos con la administración pública. Aunque a su llegada Fígaro ya le avisa que todo eso va a ser complicado, que en el periodo de tiempo que el piensa será inviable tramitar sus asuntos, tal y como funciona la burocracia en este país. Aun así el piensa que exagera, pero en poco tiempo verá que todo lo que le dijeron a su llegada se está cumpliendo, siempre encuentra la misma respuesta, tanto en organismos como en sus trabajadores: «vuelva usted mañana».
Cuantas veces habremos oído aquello de «todo es cíclico», pero no siempre pensamos que lo que actualmente tengamos en nuestras vidas, en todos los sentidos, lo que nos rodea, lo que sentimos y padecemos ya anteriormente son situaciones vividas años, pero muchos años atrás, y en este caso me refiero a que si actualmente nos quejamos de cómo está el sistema político y social, dando una vuelta por lo que se escribió siglos atrás, ya estaba dicho y sufrido.
La obra Vuelva usted mañana de Mariano José de Larra escritor y periodista español del siglo XIX se representa con un tono ligero, enfatizando en las claves de la definición de la pereza, como pecado capital enmarcado en los actos burocráticos que además acoge el de todos aquellos que desprenden desinterés por los menesteres de su profesión.
Que la obra siga tan vigente, en significado y fondo, hará que el espectador reflexione al respecto de las costumbres pasivas establecidas con el tiempo y que no nos sirve de escarmiento moral, pasen los años que pasen. El texto hace un repaso a los pecados capitales extrapolados a la burocracia, en concreto de nuestro país, a las bajo cuerda que existían y existen, a la corrupción en todos los ámbitos y a la desidia por el buen hacer.
Es un avance sigiloso el de los actos, pero no falto de ritmo, dejando claro lo expuesto con anterioridad pero además concurre en el conjunto global de cada personaje, que teniendo como puntos de partidas, distintas ideas y formas, al final acaban poniéndose a la misma altura. Un desarrollo ágil y desenfadado pero respetando el vocabulario de la obra en todo momento, algo de agradecer para situarnos en su tiempo adecuado, aunque podamos pensar en el presente más actual.
La música empaca con la época, además de hacer de esta forma un total homenaje en sí al hijo del autor de la obra, Luis Mariano de Larra, que fue un afamado escritor de zarzuela. Este hecho imprime así el punto castizo y sarcástico del fondo a definir en la obra teatral que se representa con el texto de su padre.
Una puesta en escena sencilla y sobria que se apoya en el texto de Larra y que ello solo basta para remarcar la esencia del mismo. No hacen falta demasiado aderezos ni florituras escénicas para que el conjunto narrativo llegue al espectador.
La obra se sigue representado los domingos del mes de Junio en La Sala Usina de Madrid.