Siempre es grato ver como en un pequeño salón de un teatro, o frente la barra del bar del mismo, los actores y directores se erigen con la palabra hacia el público sin medir la cuantía de las personas, pero sí exigiendo la calidad de lo que quieren contar.
Cada vez es más propicio y habitual encontrar salas pequeñas en teatros, acogedoras, donde los actores y el espectador, casi de lujo para él, pueden darse la mano si lo desean. Obras que contienen mucho más que una función, poseen al actor en sí, pues de desnuda en voz a corta distancia sin medir si hay caída libre o no, y ante todo palpando la magia de las tablas a ras.
Sergio Peris-Mencheta ha creado un pequeño homenaje a la voz, al narrador, pero al mismo tiempo al escuchante por medio de un relato de Mario Benedetti. Todo ello combinado con un juego con y para el espectador. Solo oír y sentir, pero no ver sus interpretaciones, ya que la importancia de A voz en cuello, es su lectura y su noto, además de los poemas cantados y hechos con ecos, redundancias y bucles de sonido que unen todo en armonía.
El texto pertenece al relato de Mario Benedetti que se encuentra en El porvenir de mi pasado, que se centra en diez programas nocturnos de radio de Leandro Estévez, locutor de radio. La interpretación de Sergio Peris-Mencheta resulta impactante con una voz que nos trasmite a la magia de la radio y de su compenetración con el escuchante, de hacerte sentir en el sillón de tu casa y empatizar con ese personaje e indignarte con sus historias.
A voz en cuello encierra la crítica y la verdad de la falta de la libertad de expresión por medio de su personaje pero extrapolado al mismo tiempo, con gran acierto, a todo lo que rodea la sociedad de hoy en día, y como no, sin faltar la mención de España en esa falta de libertad a la hora de opinar y describir la crisis en toda su extensión.
Sergio Peris-Mencheta que debutó en la gran pantalla con una serie juvenil, al salir de clase, se ha labrado con el tiempo su propia carrera, pero son renunciar a sus orígenes, algo que es de alabar y que no todos los actores hace. Para él su profesión la ve como un juego para poder disfrutar de ella cien por cien y por ello en su representación de A voz en juego nos propuso el ponernos un antifaz para solo oír su vez, ya que su acento iba a cambiar y para que la inmersión en su personaje para el público fuera más efectivo.
He de decir que la experiencia fue buena, que me llegó todo el mensaje de la obra y ante la imaginación que hace desprender la radio se notaba en ello. Un minuto solo probé a ver además de escuchar y como bien él nos dijo, no iba a resultar del todo.