Desde que nacemos escuchamos, una y otra vez, frases, palabras y comentarios que modelan, refuerzan y condicionan, en muchos casos, nuestros pensamientos, comportamientos y sistema de creencias.
Escuchar estas expresiones, varias veces, a lo largo de nuestros primeros años de vida, nos hacen pensar en lo que es “normal” o no, lo que hacemos bien o lo que no, lo que supone que “hay que hacer”, o lo que no. El no hacerlo es salirse de la norma, es no hacer lo que de ti se espera porque así has de hacerlo, y no sólo por las consecuencias sociales, sino también por las personales como sentir que no encajo, o culpa, rareza o confusión…
En general, nuestra socialización como niñas, aún en 2022 es distinta a la socialización de los niños. Aún los pasillos del azul y del rosa, marcan, proyectan y nos condicionan desde que estamos en el útero materno.
Ante un mismo comportamiento, ante un mismo hecho proyectamos nuestro sesgo de género y no es la misma mirada social y no le damos el mismo significado a si lo hace ella o a si lo hace él. Por ejemplo como cuando la futura madre siente moverse a la criatura, si es una niña lo interpretamos y se valora como “qué niña tan nerviosa”, y si es un niño “menudas patadas, será futbolista”.
Volviendo al tema de los comentarios, esos que hemos recibido muchas desde chiquiticas, y que, a día de hoy, y muy probablemente y casi sin darnos cuenta, repetimos y tripitimos.
Me refiero a comentarios como:
Ø Qué niña tan preciosa, parece una princesita.
Ø Las niñas son buenas, tienes que portarte bien, no corras, no grites, no llames tanto la atención.
Ø Tienes que ser cariñosa, dale un besito anda, tienes que darle un beso, venga dáselo, o ¿quieres que me enfade?
Ø Qué guapa con ese vestido. Siéntate bien, cierra las piernas, ponte recta, ten cuidado y no te manches, no te subas ahí, ¡Que se te van a ver las bragas!
Ø No te toques ahí abajo, el chichi no se toca, cochina. (acompañado de un golpe de mano)
Ø Las muñecas para ti porque eres una niña, no juegues a eso, ¿Que eres, una marimacho?
Ø Tu uniforme es con falda, no puedes llevar pantalón, eres una niña.
Ø Tienes que ayudar a mamá.
Ø A las niñas no se les pega, se les da besitos.
Ø ¿Ese niño te ha pegado? Eso es que le gustas… ¿Ese niño te ha levantado la falda? Eso es que le gustas. ¿Ese niño te ha tirado del pelo, no te hace caso, se ríe de ti, te pega, te ha quitado el almuerzo? Eso es que le gustas.
Ø ¿Cuántos hijos quieres tener cuando seas mayor?
Ø Eres una marimandona.
Ø Las niñas son más difíciles.
Ø ¡Qué fuerte eres para ser una chica!
Ø Tan pequeña y tan desarrollada.
Ø Ponte la parte de arriba del bikini, que se te ven las tetillas.
Ø Sonríe.
Ø Las niñas son más tranquilas.
Ø Ponte los pendientes, como todas las niñas.
Ø No comas mucho que te vas a poner gorda.
Ø Mete la barriga para adentro.
Ø Tienes que empezar a depilarte. ¡¡Tienes mucho pelo para ser una niña!!
Ø Para presumir hay que sufrir.
Ø Con esa ropa vas a ir provocando.
Ø ¡Ya eres una mujer! ¡Te ha venido la regla!!
Ø ¿Te has echado novio? Novio porque eres chica.
Ø Que no se note que te gusta.
Ø Tienes que hacerte la dura.
Ø ¿Qué va a decir la gente?
Ø A las chicas fáciles no se las respeta.
Ø Los chicos van a lo que van, son todos iguales.
Ø Hazte de respetar.
Ø Ten cuidado.
Ø Arréglate un poco.
Ø La primera vez ha de ser especial.
Ø La virginidad se pierde con el primer amor.
Ø El primer amor es el de verdad, el que nunca se olvida.
Ø La primera vez es especial, la primera vez duele.
Ø No vayas tú sola de noche por la calle.
Ø No te recojas sola, que te acompañen.
Somos su modelo a imitar, somos sus referentes.
Estos son los mensajes que nos llegan, nos aleccionan y que sin darnos cuenta seguimos reproduciendo y transmitiendo a las siguientes generaciones.
Cada criatura va construyendo qué significa ser niño o ser niña a través de lo que observa en su entorno, de los juegos y de los mensajes que recibe sobre qué es lo que sí o lo que no puede o debe hacer una niña.
La transmisión de mensajes estereotipados se da muchas veces de una forma muy sutil, como una lluvia fina, que cala pero no moja. Cuanto más estereotipados sean los mensajes que reciben, más limitante y menor será su posibilidad de desarrollarse libremente.
Al limitar no respondemos, ni atendemos, ni respetamos sus necesidades
Y la niña crece, y aprende a entrar por el aro. Cuando somos mujeres adultas puede pasar que arrastremos muchas de estas expresiones, forman parte de nuestro sistema de creencias, de nuestro andamio emocional y podemos tener sentimientos encontrados, llevar una batalla interna que nos haga sentir malestar, culpa, vergüenza o sentimiento de no encajar.
Yo recomiendo que nos revisemos, sin culpabilizarnos y desde la propia curiosidad y responsabilidad del “darnos cuenta”. Hacer un ejercicio de introspección y de escucha, de lo que resuena, me toca o me chirría. Darnos cuenta de cuantas expresiones estereotipadas decimos y hacemos de forma mecanizada porque así las tenemos incorporada. Poner el foco sobre ello hace que nos demos cuenta de esos automatismos y que, si que queremos y según las posibilidades de cambio que pueda hacer, sustituya, borre o elimine esas expresiones de mi imaginario.
Educar una aventura. Construirnos como niñas, adolescentes, mujeres, en un mundo que nos invisibiliza, nos jerarquiza, nos maltrata y que vulnera nuestros derechos es todo es un reto. Tenemos un compromiso con las futuras generaciones y no podemos permitir que la historia se siga repitiendo. Se lo debemos.