La poesía, de uno u otro modo, nos lleva inexcusablemente hacia el encuentro con el Otro. Cuando se constituye en Oración, todo es doble: aquel que reza -poéticamente- no es él mismo y otro. Todo es experiencia de Presente y memoria del Pasado. El último poema publicado por Nelly Sachs finaliza con unos versos enigmáticos: «komm und schenke mir Träume» (ven y regálame sueños). El Reino de las palabras es el presente, una petición. El doble despliegue del lugar: habito en la realidad, pero regálame sueños.
El libro que contiene ese verso, Teile Dich Nacht (Divídete Noche), aparecía póstumamente en 1971, cerrando una carrera extraordinaria, que le había supuesto la obtención del Nobel de Literatura, unos años antes. Sachs murió días después de que su mejor amigo, Paul Celan, se suicidara, lanzándose desde el puente Mirabeau. Si se trata de preguntarse por la esencia de la poesía de Nelly Sachs, resulta necesario hacerlo también sobre la de Celan, sobre la identidad judía después de Auschwitz. Esto es, sobre poesía y memoria.
Su voz es la de la fe hebrea, desde el desamparo de aquella generación que conoció tan de cerca, o en carne propia, los desmanes de una Europa en guerra, que culpó a culturas enteras de sus propios fracasos y fantasmas. Sachs dedica su primer poemario a sus «hermanos y hermanas muertos», clama contra el dolor, y escribe porque éste es: «¡La noche de los niños condenados a muerte! / El sueño ya no tiene entrada alguna»[1]SACHS, Nelly. 2009. Viaje a la transparencia. Madrid: Trotta, p. 62 (pese a que la edición es bilingüe, intentaremos aportar siempre nuestras traducciones). Desde ese momento, todo su trabajo se referirá a la cuestión del pecado (particularmente la de la brutalidad humana), la redención o expiación y la muerte como un volver-a-arrendar el sufrimiento de la vida. Su poesía se caracteriza por la rica imaginería simbólica, muchas veces violenta y a menudo extraída de la Biblia o el Zohar.
El silencio, el estar-sin-voz, como fenómeno de la falta de voz en una persona, un artista o un pueblo. Y sin embargo, todo puede escribirse. Así, escribir poesía, después de Auschwitz, y contra la absurda afirmación de Adorno, es perfectamente posible, sólo que son los poetas judíos de renombre -Celan, Sachs- quienes cobran total con(s)ciencia de que debe escribirse de otra forma. Si Paul Celan transformaba la hospitalidad de la lengua en un acto de mano cerrada -matando de alguna forma el laberinto del lenguaje abierto, como respuesta al horror y a la muerte- Nelly Sachs utiliza toda suerte de metáforas elaboradas para gritar también contra el dolor de la historia y sus verdugos, pero quiere manifestar el perdón, la vuelta hacia el lenguaje de la vida, de la luz.
La poesía, el acto poético en tanto que destinado a la preservación de la memoria: «Una selva negra se extendió, asfixiando, alrededor de Israel, / cantor de Dios a medianoche. / Desvanecido en lo oscuro,/su nombre perdido»[2]Ibíd., p. 70. Ese Dios de medianoche a quien alguien canta (Gottes Mitternachtssängerin), ausente del texto, como todo, a esa hora del día. ¿Puede acaso el dolor a la fe, o simplemente la des-plaza, la in-visibiliza al albur de lo que es nocturno, de lo que también silencio? En la debacle de lo humano, nace también el poema.
¿Para qué poetas en tiempos menesterosos?, se preguntaba Hölderlin. Escribir para la supervivencia, parece responder Nelly Sachs. No es posible olvidar Alemania: la lengua, la muttersprache, signo de esta muerte del Alma. Escribir para salvar un recuerdo: el daño causado por los verdugos, que hablan idéntica lengua, volver sobre lo evocado y lo aún-por-evocar. El querer de la poesía: y afirmar claramente, y una vez más en la historia, incluso si esta termina, que esa conciencia ciertamente exigente, crispada, que nosotros llamamos poética, nunca llega a esas formas límites de encarnación, sino que existe sencillamente en la palabra como lucha contra el olvido: «así resplandece él en el montón de los petrificados, sin recuerdo»[3]Ibíd., p. 118.
Poesía y memoria, de la mano, avanzan en el recuerdo, aun contra todo su ser, contra su carne y su sangre. El lugar donde todo empezó -la palabra- es donde pervive el horror del pasado absoluto. No se puede recobrar el tiempo perdido, pues ya está dado, pero sí atravesar el olvido. No abolirlo, pues resultaría imposible, pero sí «ir hacia lo inmemorial» -dice Chrétien[4]CHRÉTIEN, Jean-Louis. 2002. Lo inolvidable y lo inesperado. Salamanca: Sígueme, p. 27- sin regresar a ello volviéndonos hacia el pasado.
Poesía es también, por vocación, la búsqueda simultánea del lugar y de la fórmula, dicho de otro modo, de un sentido que penetre y asuma todo. La sangre es imposible sin palabra que conquiste el mundo, a través de ella. Sachs tratará de transformar lo empírico en acontecimiento, conectar el hoy -caos y Apocalipsis- con lo que es más puro: el universo interior. Blanchot insiste en que «el desastre está del lado del olvido; el olvido sin memoria, el retraimiento inmóvil de lo que no ha sido trazado -lo inmemorial quizás; recordar por olvido, el afuera de nuevo»[5]BLANCHOT, Maurice. 1990. La escritura del desastre. Caracas: Monte Ávila, p. 11. Ahí está la esencia de Sachs y su poética.
Holmqvist explica que el lenguaje de Sachs no es sólo un medio para nombrar, para mencionar el anhelo. Es también la lengua de anhelo y un lenguaje que crea[6]HOLMQVIST, Bengt. 1977. “Die Sprache der Sehnsucht”, en Sachs, N., Das Buch der Nelly Sachs. Frankfurt am Main: Suhrkamp Verlag, p. 16. Por tanto, debemos intuir que la poeta convierte su propia lengua en lo anhelado, dentro de sus esfuerzos para expresar palabras nuevas. El lenguaje es anhelo, pero también lo que anhela. Aquí, el aspecto de la iconicidad de su poética se convierte en funcional. En el transcurso del tiempo -especialmente después de su huida, junto con su madre, de Berlín a Estocolmo en 1940- su lenguaje se convierte más y más en el lenguaje del silencio.
Por un lado, el lenguaje es silencio como expresión de ese intento de acercarse a lo indescriptible y por otra parte, como una prueba de lo que no es decible. El silencio entre las palabras es un icono, y nos dice cuán dudoso es escribir poesía, escribir a pesar de. La segunda consecuencia es que las palabras del poema crean un nuevo significado, gegenwelt, una suerte de «contramundo», que sostenga a unos y otros en su camino hacia una esperanza más allá de la realidad.
Surgen las preguntas: ¿qué puede uno decir, y qué debe uno decir en un mundo poblado por millones de muertos y en el que la lengua alemana fue destruida sistemáticamente? ¿Cómo podrían representarse todas estas muertes por un nuevo calibrador del lenguaje? Se trataba, por tanto, de vencer al olvido. El mal, según la tradición teológica judía -tan presente en Sachs, con sus lecturas concienzudas de Buber o Scholem[7]BEIL, Claudia. 1991. Sprache als Heimat: Jüdische Tradition und Exilerfahrung in der Lyric von Nelly Sachs und Rose Ausländer. München: Tuduv, y sin embargo su búsqueda incesante de la salvación por lo poético, de perdonar -de alguna forma- los crímenes y la deshumanización de su pueblo.
Esa fue la gran diferencia con Celan, que pensaba que mirando de frente a un Dios vengador podría hacer frente a lo miserable de la época nazi. Precisamente esas diferencias le costaron una sonada discusión con Sachs en París, durante un encuentro que tuvo lugar en 1960. Celan lo dejó plasmado en un duro poema, titulado Zürich, Hostal de la Cigüeña, y dirigido a su mejor amiga: «Von deinem Gott war die Rede, ich sprach/gegen ihn»[8]CELAN, Paul. 2005. Die Gedichte. Kommentierte Gesamtausgabe. Ed. Barbara Wiedemann. Frankfurt a.M.: Suhrkamp, p. 126(Sobre tu Dios versó nuestra charla, yo hablé contra él).
Celan no contemplaba ni era capaz de entender la postura de Nelly Sachs hacia los horrores del exterminio nazi. Para Nelly Sachs, el sufrimiento está unido al Amor, y sólo a través de él, habrá la posibilidad de una redención. Ella es la hermana en sentido bíblico, todo se hace al final luz, «una cosa serena en la mano de Dios»[9]SACHS, Op. Cit., p. 78. La memoria de la lengua alemana, de esa lengua materna, se pone a salvo mediante la poesía, parece sostener Sachs, hay que salvarla de los horrores nazis y volver a lo que había antes. No olvidemos que Sachs es judía, pero alemana, y mantiene que debe saltarse el hecho, ir antes para ir más lejos. Reencontrar mediante la lengua poética, también la lengua de una patria sin horror: «Cuando el dolor se establece sin morada / expulsa la abundancia […] nosotros seguimos / ésa es la fuga al más allá / de la desarraigada palma del tiempo»[10]Ibíd., p. 329.
Esa Zeitpalme, la morada o cabaña provisoria, hecha-toda de tiempo sin tiempo. La fuga (Flucht), el exilio eterno. Sachs supo que debía expresarse, no perdió jamás su confianza en el poder expresivo y curativo de las palabras. Para ella, estas no podían ser destruidas. Abusadas sí, heridas, si se quiere, pero el lenguaje, un nuevo lenguaje debía ser restaurado. Viajar hacia la transparencia es evitar territorios donde la caída sea siempre un hecho, o al menos refundarlos.
Poeta, doctora de la mística judía… la palabra de Nelly Sachs ha cruzado el umbral.
Título: Viaje a la transparencia |
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Referencias
↑1 | SACHS, Nelly. 2009. Viaje a la transparencia. Madrid: Trotta, p. 62 (pese a que la edición es bilingüe, intentaremos aportar siempre nuestras traducciones) |
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↑2 | Ibíd., p. 70 |
↑3 | Ibíd., p. 118 |
↑4 | CHRÉTIEN, Jean-Louis. 2002. Lo inolvidable y lo inesperado. Salamanca: Sígueme, p. 27 |
↑5 | BLANCHOT, Maurice. 1990. La escritura del desastre. Caracas: Monte Ávila, p. 11 |
↑6 | HOLMQVIST, Bengt. 1977. “Die Sprache der Sehnsucht”, en Sachs, N., Das Buch der Nelly Sachs. Frankfurt am Main: Suhrkamp Verlag, p. 16 |
↑7 | BEIL, Claudia. 1991. Sprache als Heimat: Jüdische Tradition und Exilerfahrung in der Lyric von Nelly Sachs und Rose Ausländer. München: Tuduv |
↑8 | CELAN, Paul. 2005. Die Gedichte. Kommentierte Gesamtausgabe. Ed. Barbara Wiedemann. Frankfurt a.M.: Suhrkamp, p. 126 |
↑9 | SACHS, Op. Cit., p. 78 |
↑10 | Ibíd., p. 329 |