Debemos recuperar los símbolos para poder recuperar un país del que nos pretenden excluir. Hay que reclamarlos para que quienes se los han apropiado de nuevo, no los usen como instrumento de enfrentamiento.
Antes de hacer este alegato por la recuperación de la bandera de España, he de aclarar que soy el mismo. El mismo ecologista, universalista (por antinacionalista de toda índole) y municipalista, republicano y federalista.
Hace unas semanas escribía para esta misma página un artículo haciendo una reflexión sobre ultraderecha y la “ultraizquierda”. Mi intención fue escribir siempre en esta publicación sobre ecología, que “es lo mío”. Pero si no es por una cosa, es por otra, voy arrastras de la actualidad y víctima de mis preocupaciones.
Otra vez la misma historia
En una omnipresencia mediática del auge de la ultraderecha, mi cabeza tiene una parte constante reservada a este asunto. En una de mis reflexiones recordé una lectura, Vicente Rojo: Historia de la Guerra Civil Española. Basada en las notas del laureado general republicano, se trata el tema de las banderas.
Ahí se hace una profunda reflexión sobre el error que supuso la entrega de los símbolos nacionales al fascismo. Podría parecer esto de carácter secundario, pero no lo fue. Fue determinante bajo mi punto de vista, y contribuyó a las nefastas consecuencias que aún lastran a este país.
De aquellas reflexiones de Vicente Rojo, solo he encontrado una referencia que poder compartir con todas vosotras. Se trata de un artículo de Javier Nart (2014) para ABC. Sí, Nart el ahora eurodiputado de Ciudadanos, y lo cierto es que no comparto muchos pensamientos con él. Pero el rescate de las palabras de Vicente Rojo, valen tanto para él como para mí.
El cambio de bandera en la II República supuso la entrega de un símbolo nacional al fascismo. Ellos se lo apropiaron con gusto, absorbiendo todo lo emocional que conllevaba la enseña. También se apropiaron de los vítores a España, y con la inestimable ayuda de la Iglesia, hasta de una religión y sus costumbres. Me gusta la bandera de la II República pero para homenajear a ese depuesto régimen democrático, nada más.
Hoy nos encontramos en una encrucijada parecida. No, no me llamen alarmista, esto no acabará en guerra… creo. Pero es obvio que nos hallamos ante un nuevo ascenso del fascismo. Bueno, si no fascismo aún, permitidme, un ascenso de su precursor patriotero.
A ver quién la tiene más grande… la bandera
PP, Ciudadanos, Vox. El tridente de la derecha ha entrado en su competición irracional, pero efectiva. “A ver quién tiene la bandera más grande”. ¿Son tontos verdad? Pues no, no son nada tontos. Seríamos tontos si dejáramos que no devolvieran un símbolo que se han apropiado. Seguro que los desactivaríamos en buena medida.
Decía uno el otro día que no era su bandera porque en las manifestaciones antirecortes no aparecía nunca. ¿La hemos sacado alguna vez? ¿Os imagináis hacerlo ahora? No mintáis, si gana la Selección de fútbol la cogéis y la sentís – la mayoría-. ¿La vais a coger entonces para despojar a la derechona y al fascismo del símbolo que protagoniza todos sus actos? No esperemos a lamentarlo más. Da igual si eres monárquico o republicano, católico o ateo. Cógete una rojigualda sin escudo, hasta Carrillo lo vio.
Con todo esto no quiero decir que caigamos también en lo patriotero, o que nos dejemos llevar por su moda. Hablo de recuperar un símbolo, como otros de los que ahora hablaré, para despojar al incipiente fascismo de todo aquello que nos pertenece a todos, y de lo que se han apropiado. Hay que hacerlo rápido pero sin caer en lo empalagoso.
La Constitución
“Nosotros los partidos constitucionalistas”, ¿pero qué es esto? Es cierto que hay un revisionismo destructivo, pero la Constitución, con sus sombras y luces, es de todas. No pueden llamarse constitucionalistas aquellos que la ningunéan y la incumplen sistemáticamente arrebatando derechos a los españoles. Tampoco pueden erigirse como defensores de la Carta Magna los auténticos antisitema. Los neofascistas pretenden destruir la esencia autonómica de la Constitución, arrebatar derechos y libertades, y eso no es «constitucionalista«
La Constitución no es la “palabra de Dios”, se puede y se debe modificar. Y la transición no fue un «camino de rosas». Tampoco se alcanzó un resultado ideal, pero podemos transformarlo ateniéndonos a la ley, y alcanzando el consenso necesario por el bien de todas las personas que pretendemos vivir juntas en armonía. Por eso la Constitución es más nuestra, de las clases populares, que de nadie.
En conclusión, ¿podemos saber el nivel de apropiación de la bandera? Sí, lo podemos comparar con nuestro nivel de tiricia al sostenerla. A más tiricia, más apropiación. Eso es un error y hay que cambiar.
[…] sociedad protectora de mujeres y hombres libres que se cuidan. Sin embargo hay quien se queda en lo más simbólico. Hay quien se deja llevar por el individualismo de quienes quieren imponer el pasado mientras […]