¿Por qué no pueden llevar a los ocupantes del barco a Ibiza, que de esa manera al menos se divierten? (Matteo Salvini, vicepresidente y ministro del interior en Italia)
Como continuación a nuestro artículo de la semana pasada en el que tachábamos el Mediterráneo como un cementerio infinito por los miles de cadáveres que van acumulándose año tras año en su fondo, hemos venido a abrir éste con un fragmento de las terribles declaraciones del tristemente conocido Matteo Salvini en relación a los 120 inmigrantes rescatados por el Open Arms, el navío bajo bandera española, que a la hora de escribir estas líneas busca ya de manera casi desesperada un puerto seguro para los mismos.
En los mismos términos se ha referido también Salvini al actor Richard Gere quién ha visitado el barco y provisionado tras enterarse de la noticia cuando estaba disfrutando con su familia de unas vacaciones en los alrededores de Roma. Salvini ha aconsejado al actor que si tan preocupado está en el tema se los lleve a su mansión de Hollywood, lo que tampoco debería sorprendernos mucho ya que del mismo modo se han hecho eco ya de manera sectaria en las redes sociales también aquí en España.
A pesar de todo ello, Matteo Salvini cuenta con el beneplácito de buena parte de la opinión pública italiana y a saber si no acabará alcanzando el puesto de primer ministro.
Del Trumpismo
Es sabido que del mismo modo que el partido demócrata en los Estados Unidos suele contar con el favor de los ciudadanos de los estados más industrializados, los republicanos tienen su mayor caladero de votos en los del centro del país. Lo que suele llamarse la América profunda. Inmensas regiones rurales de escasa interacción con el exterior y profundos sentimientos religiosos.
Donald Trump allanó su camino a la Casa Blanca, precisamente en estas zonas y más allá de las mismas incluso con un poderoso mensaje anti-inmigratorio –recientemente hemos podido ver una de sus consecuencias con la matanza de El Paso-, e incitando a la población a rechazar el Obamacare, lo más parecido a la asistencia sanitaria gratuita hasta ahora en los EE.UU., con el argumento de que no tiene por qué beneficiarse un tercero de las contribuciones en forma de impuestos de otros. Proposiciones que calaron, sobre todo, en las clases medias y bajas, imprescindibles para ganar elecciones.
No obstante, a pesar de todos sus conocidos dislates desde su llegada a la Casa Blanca parece postularse con garantías para un segundo mandato.
La España rural
El Ejido, el mar de plástico. Vox, la formación de ultraderecha ganó en las pasadas elecciones andaluzas y se alzó con la plata en las últimas municipales. El motivo el mensaje anti-inmigratorio en una zona con un 30 % de población extranjera. No hay paro pero a los inmigrantes se les acusa de la rebaja en los salarios. Dice un buen amigo que es normal y no le falta algo de razón, yo mismo me marché de un puesto de trabajo porque me dijo el patrón que su obligación era pagarle lo mínimo posible a sus trabajadores. Lo curioso es que Vox en lo económico representa precisamente eso: la máxima optimización de los beneficios y eso pasa ineludiblemente por la precariedad salarial independientemente del color de la piel.
En Extremadura es de sobra conocido el problema del PER, el plan de empleo rural por sus antiguas siglas, por el que los temporeros pueden recibir un subsidio entre campaña y campaña. Una herramienta de la que debidamente manipulada se han valido politiquillos de tres al cuarto de cualquier clase y condición para perpetuarse en el poder.
Es curioso pero a decir de las malas lenguas hay pueblos donde a costa del PER los temporeros no quieren trabajar en el campo pero tampoco permiten la contratación de inmigrantes.
El III Reich
Parece no venir a cuento pero deberíamos tenerlo siempre presente. Adolf Hitler no llegó al poder por un golpe de estado o una guerra, lo hizo en sucesivos procesos electorales. Casi por aclamación popular. Su mensaje se basaba en una fuerte carga nacionalista y la localización de numerosos chivos expiatorios… ¿les recuerda a algo?
Este domingo escuchaba en la radio a un español nacido en Huesca hace más de treinta años. Sus padres son de Gambia y cuando viaja allí es el extranjero pero en España sigue siendo el negro. Vive con ello.
Dice mi amigo que no puede entender los que se desentienden del cambio climático, los «negacionistas» que así les llaman. Dice que quizá los ricos crean que a ellos les tocará los últimos y que, para entonces, ya se habrá descubierto algo que lo remedie.
Digo yo que si la democracia y con ella la humanidad sobreviven a tanto desatino, algún día se estudiará en institutos y universidades cómo aun en el SXXI cuanto de crueldad pudo llegar a alcanzar el ser humano.