A menudo se insiste, desde la antropología, la sociología o las neurociencias, en la finitud del amor entre seres humanos. Tanto es así que lo damos por hecho de una manera más o menos dogmática. ¿Por qué hablo de dogmatismo en esta cuestión? ¿Defiendo acaso una sentimentalidad ingenua, que cualquiera puede localizar en los dispositivos de socialización característicos del heteropatriarcado, etc.? Puede que esté refiriéndome a todo lo contrario, de una manera que se atreve a poner en suspenso tanto la obviedad de la tesis finitista como la de la tesis infinitista. Porque el enemigo no es el amor, sino la capciosa simplicidad que tiende a omitir la fuerza de sus relatos. Lo rosa es sobre todo una novela rosa, basta con acudir a las listas de los libros más leídos para comprobar que nos gusta que nos cuenten novelas de este tipo.
Adelanto una objeción contra el finitismo: pudiera ocurrir que seamos nosotros quienes contamos el final de una relación cualquiera como si fuera la conclusión de una historia amorosa, ya se trate en realidad de mera camaradería, de amistad, de aprecio o, en el extremo, de nada en absoluto, como ocurre en el delirio de erotomanía o síndrome de Clérambault. Sobre el que, por cierto, contamos con dos narraciones magistrales y terribles, de Patricia Highsmith (Ese dulce mal) y de Ian McEwan (Amor Perdurable). Así que hablar del Asunto será hacerlo de nuestros relatos y de nuestras ficciones sobre ello. Para hacerlo podemos inclinarnos hacia una teoría fenomenológica y hermenéutica como la de Paul Ricoeur, quien se refiere a la experiencia fictiva de la temporalidad, tal como se expone en un texto[1]RICOEUR, Paul: Temps et récit. 2. La configuration dans le récit de fiction. Seuil, Paris, 1984, p. 16. O bien podemos abordar el mencionado Asunto desde la filosofía analítica anglosajona, y contamos con una obra de referencia en nuestro país, es verdad que muy técnica pero de extraordinario valor[2]GARCÍA-CARPINTERO, Manuel: Relatar lo ocurrido como invención. Una introducción a la filosofía de la ficción contemporánea. Cátedra, Madrid, 2016. En cualquier caso, y como colofón de una exposición ardua y de un examen pormenorizado de esquemas argumentales, es García- Carpintero quien sitúa con precisión el problema que nos incumbe: «Toda buena novela dice la verdad y toda mala novela miente. Porque «decir la verdad» para una novela significa hacer vivir al lector una ilusión y «mentir» ser incapaz de lograr esa superchería»[3]Relatar lo ocurrido como invención, p. 185.
Es aquí donde queremos situar el brillante, y por fortuna mucho menos áspero, ensayo de Díez y Iacona, Del amor y otros engaños. Porque una historia o una ficción es una configuración, da o hace sentido, y a menudo el segmento «fin de un amor» puede dar sentido a una suma heteróclita de acontecimientos, que tal vez no tienen nada que ver con el amor. Son tantas las personas que, aunque incursas en procesos de divorcio penosos y harto incómodos, suelen a afirmar que están «muy enamoradas de X», como para no pensar que ese relato compensatorio, en el que un amor inexistente ensaya en cambio su canto de cisne, sea más que una compulsión en la interpretación de nosotros mismos.
A pesar del título, o precisamente por él, este ensayo jugoso surge de un contexto conversacional muy afinado, explorando las distorsiones cognitivas que con frecuencia forman parte de eso que los autores llaman una epistemología del amor, así que bien podría llamarse «del amor y otros autoengaños», sin traicionar la parte tal vez más extensa de su desarrollo, puesto que «no es cierto que cada persona posee la facultad de conocer en cada momento los propios sentimientos mejor que las personas que le rodean. Al contrario, a menudo se ha de reconocer que los demás son capaces de observar hechos sobre nosotros que por algún motivo a nosotros se nos escapan. Parece por lo tanto que, en los asuntos amorosos, los demás pueden ser tan dignos de crédito como nosotros mismos.»[4] DÍEZ, José A. y IACONA, Andrea: Del amor y otros engaños. Breve tratado filosófico sobre razones y pasiones. Alpha Decay, Barcelona, 2016, p. 57
Los autores, aunque sin comprometerse con restricciones de índole conductista, reconocen que para hablar de amor o de no amor no sólo cuentan los sentimientos, puede que ni siquiera lo hagan de modo principal, sino que hay que tener en cuenta lo que estamos dispuestos a hacer. Amar tiene que ver con acciones y decisiones, allí es donde podemos verificar o falsar nuestros enunciados, teniendo en cuenta que la acción y decisión mínima sería la de enunciar nuestro amor. Porque, si suponemos una especie de magia telepática, con independencia de que el deseo y la simpatía a menudo se transmiten mediante comunicación no verbal, ya no estamos lejos por ejemplo de que Y haya dejado de ser mi novia sin que Y haya sabido nunca que lo fuera.
Como bien sabía la analítica de las pasiones de los siglos diecisiete y dieciocho, el discurso amoroso es tramposo, «puede inducir fácilmente a creer cosas que no son ciertas». Esa es la potencia de las pasiones del alma, como muy bien reconoce René Descartes en su libro escrito a solicitud de la Princesa Isabel de Bohemia, hasta el punto que se imponen a nuestro razonamiento y lo cautivan.
Uno de los capítulos más atractivos de este libro es el que lleva por título Quererlo todo y en el que estudia varios modelos de conducta que se basan en realidad en complejos de errores cognitivos. El punto de partida es que «un hecho indiscutible sobre el amor es que nadie puede darnos absolutamente todo lo que deseamos; por lo tanto, cualquier relación amorosa que sea mínimamente comprometida implica una u otra renuncia»[5]Del amor y otros engaños, p. 110. Y aquí hay tres opciones: a) la de quien decide amar asumiendo alguna renuncia, b) la de quien decide no amar para no tener que renuncias, y c) la de quien quiere todo y rehúsa admitir los límites inevitables de las relaciones humanas.
Es evidente que buena parte de nuestras relaciones infelices tienen que ver con estos abusones del amor. Díez y Iacona distinguen varios de sus tipos. El primero es el amante escindido: «El amante escindido quiere la realización simultánea de dos roles emocionales diferentes que son deseables si se consideran separadamente, pero no son realizables (según él) en la misma persona»[6]Del amor y otros engaños, p. 112.. Necesidad de amante y de cónyuge, pero imposibilidad de que ambas funciones satisfactorias recaigan sobre idéntica persona. El segundo tipo es el de la princesa (aclaran que la atribución a roles femeninos o masculinos se hace para abreviar, y que son neutros por sí mismos). La princesa cree en la existencia del príncipe azul, del amor perfecto, incluso si no cree que crea en ella. El error cognitivo es de una inferencia a la peor explicación. Sigo sola porque nadie está a mi altura, lo que puede ser más satisfactorio que buscar otras explicaciones. El tercer abusón es el Don Juan, que tiende a tener el mayor número posible de relaciones amorosas, porque sólo le excita el momento de la conquista. En cuarto lugar, tenemos a la terrorista emocional, quien somete al otro a un permanente ejercicio de tira y afloja, de sí pero ahora no, de ahora sí pero no así, etc, que aunque en cierto modo forma parte sustantiva de cualquier maniobra de seducción, cuando se convierte en el ingrediente definitivo de la relación resulta insufrible.
Aclaran los autores que se trata de un libro de filosofía y de nada más. En cualquier caso no es un libro de auto ayuda ni pretende enseñar a vivir mejor. Siendo esto verdad, también puedo decir que si fuese leído con atención se convertiría en una muy mala noticia para los psicólogos y otros sanadores de la ansiedad contemporánea. No hay por qué prescindir del melodrama, y mucho menos sustituirlo por un régimen exclusivo de relatos épicos, pero sin perder de vista que a veces cuando hablamos de la vida, a menudo hablamos de cualquier otra cosa que la imita con dificultad. Puede que el amador no sea sólo un fingidor sino también un pensador.
Título: Del amor y otros engaños. Breve tratado filosófico sobre razones y pasiones. |
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Referencias
↑1 | RICOEUR, Paul: Temps et récit. 2. La configuration dans le récit de fiction. Seuil, Paris, 1984, p. 16 |
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↑2 | GARCÍA-CARPINTERO, Manuel: Relatar lo ocurrido como invención. Una introducción a la filosofía de la ficción contemporánea. Cátedra, Madrid, 2016 |
↑3 | Relatar lo ocurrido como invención, p. 185 |
↑4 | DÍEZ, José A. y IACONA, Andrea: Del amor y otros engaños. Breve tratado filosófico sobre razones y pasiones. Alpha Decay, Barcelona, 2016, p. 57 |
↑5 | Del amor y otros engaños, p. 110 |
↑6 | Del amor y otros engaños, p. 112. |