Me estreno por estos lugares con un tema candente últimamente en el ámbito médico.
Hace unas semanas se publicó en la prensa una noticia bomba: El Ministerio de Sanidad regulará los productos homeopáticos como medicamentos, seguido de una entrevista a la directora de la AMPS en la que declaraba que «no todos los fármacos homeopáticos tienen que demostrar eficacia».
Tras estas polémicas publicaciones, en las Redes Sociales la reacción de la comunidad científica no se hizo esperar, y al poco tiempo mi tablón de twitter se llenó de quejas, demandas y llamadas a la cordura.
Para quienes no estéis muy puestos en esto de la homeopatía, os dejo este enlace a un cómic que lo explica muy bien. Para resumir os diré que es una disciplina pseudocientífica sustentada principalmente en 2 hipótesis:
1 – La ley de los similares: las enfermedades pueden curarse con pequeñas dosis de las mismas sustancias que las provocan.
2 – La memoria del agua: cuanto más pequeña es la dosis, más eficaz es la cura.
Así los productos homeopáticos son sustancias altamente diluidas. Quienes defienden de esta práctica aseguran que el remedio diluido no necesita restos del ingrediente activo para funcionar, porque la sustancia queda grabada en la estructura del agua. Cada vez que el ingrediente es diluido, se agita vigorosamente, proceso que fuerza al agua a “recordar” el ingrediente que va desapareciendo gradualmente. Cuanto más se agite y menos quede del ingrediente original, más fuerte y potente se hace el remedio.
Así dicho, y a bote pronto, imagino que a la mayoría pensarán que esto suena un poco a chiste. Pues bien, resulta que existen varios laboratorios productores de homeopatía y médicos especializados en esta práctica que incluso tienen su propia sección colegial dentro del Colegio de Médicos.
A pesar de que esta práctica viene realizándose desde hace unos años, dada la ausencia de evidencia científica seria que avale su eficacia en el tratamiento de enfermedades, en nuestro país no existe una regulación de estos productos como medicamentos si no que tienen el mismo tratamiento que los productos cosméticos, dietéticos, etc.
A la comunidad científica y en particular a la médica le preocupa y mucho que la directora de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) diga cosas como que “no todos los medicamentos homeopáticos tienen que demostrar su eficacia” y que “la seguridad no se tiene que demostrar con ensayos clínicos específicos” y les parece una contradicción regular medicamentos homeopáticos sin indicación terapéutica (¿cómo pueden ser fármacos si no valen para tratar nada?), puesto que piensan que se está jugando con la salud de las personas al considerar tan alegremente por regular una práctica que a día de hoy no se sustenta en bases científicas claras. Por todo ello varios bloguers del mundillo sanitario se han unido para elaborar un manifiesto que podéis leer en la página web creada para la ocasión. También cuentan con un hastag en twitter, un logo y hasta han llegado a la prensa de tirada nacional. También se ha pronunciado al respecto el mayor órgano representativo de los médicos y médicas de España, aquí su declaración.
Yo empecé a oír hablar de la homeopatía en clase de historia de la medicina, ya que mi profesor era una acérrimo defensor de ésta y otras prácticas alternativas. Desde entonces, no he vuelto a estudiar ni a indagar mucho sobre ella, puesto que nuestra formación está centrada en la medicina basada en la evidencia, en la medicina clásica occidental.
Yo me considero una persona abierta a escuchar y aprender sobre terapias alternativas y creo que soy bastante crítica con la industria farmacéutica convencional y con determinadas terapias y formas de actuar de la medicina que me han enseñado. Es cierto que la ciencia avanza continuamente y que lo que hoy creemos que funciona y cura, mañana podemos tener evidencia de que incluso mata, y lo peor es que se siguen haciendo muchas cosas por inercia, por lo de «es que toda la vida se ha hecho así» o «es que así fue como me lo enseñaron». La medicina convencional, la más ampliamente aceptada por la sociedad se pone el apellido de basada en la evidencia porque así es como debería ser, pero a mi juicio peca mucho de expertismo, de suficiencia, de vanidad. Falta mucha autocrítica y es muy complicado cambiar determinadas ideas asimiladas como inevitablemente ciertas, y ese es un gran caballo de batalla y en mi opinión, un temible fantasma que ensucia nuestro objetivo principal, que es perseguir el bienestar de la población.
No obstante, aunque la medicina convencional diste mucho de tener las respuestas a todas las preguntas que nos plantea la práctica clínica, si que existe una manera de evaluar continuamente su validez y esto es la búsqueda de evidencia mediante ensayos clínicos serios y reproducibles. La homeopatía carece de este requisito y encima se mueve en el terreno de la salud, el mejor negocio (¿hay algo que afloje más el bolsillo que el que te aseguren la curación total de tu dolencia?) .
Así, queridos lectores, lectoras: si nos vamos a jugar nuestra salud y nuestro dinero más vale que sepamos exigir que lo que nos venden tiene probabilidades de funcionar.
Si queréis leer más sobre este tema, os recomiendo seguir el hastag #NoSinEvidencia que aún sigue muy activo en Twitter.
Un saludo y hasta la próxima! 🙂
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