Esta entrada va a ser la última del año, normalmente se dedicaría a hablar de lo más destacado de 2018, y ciertamente desde los feminismos este año hay mucho que contar, pero ya hay otras personas que lo están haciendo. He preferido dedicarlo a una realidad invisibilizada, a las personas a mi entender más excluidas de la sociedad, «Las mujeres sin hogar», y no dejar de ser fiel a mi estilo invitando a la reflexión.
En estas fechas navideñas la sociedad se torna muy compasiva con las personas que sufren la pobreza. Hacemos campañas solidarias de recogida de alimentos y con algún kg de arroz, otro de pasta, algunas legumbres y unos litros de leche y/o aceite y algo más salvamos nuestras conciencias. Como si las personas no necesitaran solidaridad todo el año y como si no importara su dignidad, ya que tienen que estar muy agradecidas que les demos la bolsa de alimentos que les hemos elegido para regocijo de ese corazón tan grande que tenemos.
Me genera mucha desazón esta situación, y cómo entendemos ayudar a lxs demás considerándoles sujetos pasivos, sin tener en cuenta que su dignidad debería valer lo mismo que la nuestra.
Desde mi punto de vista las recogidas de alimentos deberían gestionarse de otra manera, llevándolas a supermercados sociales, y desde allí las personas con unos vales, adquiriesen a un precio simbólico lo que realmente desean o necesitan, incluidos productos frescos que también los necesitarán digo yo. Cuando veo estas campañas parece que una persona debe subsistir a base de judías, arroz, alguna lata y pasta a secas….y tras hacer una larga cola en la asociación de turno (donde la mayoría son mujeres) y poder llevarse lo que se considera le corresponde.
Me he arrancado con esto porque como veis me remueve, y no lo quería dejar pasar…Y porque tiene relación con mi idea para este último artículo del año. Al igual que con las recogidas de alimentos, en estas fechas parece que también nos acordamos de aquellas personas que no tienen un hogar y que «de repente» se nos hacen visibles al caminar por nuestras calles. De un día para otro las vemos, nos enternecemos, nos entristecemos y nos preguntamos: «¿Qué hará esta Navidad, cenará con alguien, seguirá durmiendo en la calle, qué le habrá pasado para terminar así…? Pobre mujer…
A veces por decisiones políticas, por las llamadas «Campañas de frío»… se habilitan plazas donde poder dormir pero luego en muchos casos, si no se les ofrece un recurso adecuado, vuelta al soportal, banco, cajero, jardín, estación bus, estación tren, edificio en ruinas…
Vuelta a ser más nadie que nadie. Vuelta a ser las más vulnerables de las más vulnerables.
La Asociación Realidades ha realizado un proyecto muy interesante, una campaña para plantar cara al machismo desde las mujeres que sufren el sinhogarismo #MujeresSinHogar #HaciéndonosVisibles Rap 100xCientas ? No soy una golfa, no soy una loca, soy superviviente y una mujer valiente…Que estemos todas juntas al 100xCientas ?
Me atrevería a decir que todas las mujeres que han estado o están en situación de calle han sufrido y siguen sufriendo múltiples violencias machistas. Y lo más terrible de todo es que, o no las creemos, o nos parece que sufren menos, o que sus violencias importan y duelen menos, porque es una mierda más en sus vidas de mierda que por cierto, nos importan una mierda.
«Me sentía vacía, degradada, perdía mi dignidad, ¿qué había hecho mal para merecer eso? Pasaba el tiempo y deambular por la calle y los cajeros, formaban parte de mi rutina. Lo peor aún quedaba por llegar desgraciadamente, y obviamente, la calle no es un lugar idóneo para hacer amistades o encontrar el cariño. En mi caso, y para rematar la jugada, acabé siendo anulada, por una de esas personas que una se cruza en ese largo camino, para ver algo de luz, pero fue al contrario, la oscuridad llegó a mí….
Estaba anulada, en la calle te conviertes en una persona vulnerable, muy vulnerable…sino hubiera estado en la calle, nunca habría caído en esa espiral ni hubiera conocido a esa persona.
Mi autoestima y mi fuerza como mujer se habían ido de mi alma, lo más importante es ser consciente de que todos podemos en un momento dado caer en la exclusión social. A cada persona que acaba en la calle le han movido circunstancias diferentes pero muy similares, por mi parte me negaba a pedir ayuda a nadie, ni a los Servicios sociales ni a ninguna ong.
Tras cuatro años sin ver la luz ni mediar palabra con nadie, salvo él, tenía que enfrentarme a las secuelas que él me dejó. Tenía tantas fobias, que aún hoy por hoy estoy en proceso de reeducación. Me merecía algo mejor que sentirme por debajo, tan debajo que no estaba ni a ras de suelo, estaba tocando el infierno.
La pobreza, la exclusión social y la falta de interés por parte del sistema y la lenta burocracia hacia nuestros problemas para sacarnos de ese pozo, es patética e invisible.»
Tras este durísimo testimonio …y para terminar como ya estamos a las puertas del 2019 y es momento de deseos…
✨ Deseo que las mujeres que están en situación de calle estén en la agenda feminista, y preguntémonos: «¿Por qué siguen siendo invisibles?» Reivindiquemos que no se queden desprotegidas ni desatendidas ante las violencias que sufren; y que existan más recursos específicos para mujeres que sufren la soledad, el abandono y el sinhogarismo. «Que estemos todas juntas al 100xCientas»✨