Cuando calla el ser humano es cuando podemos disfrutar de todos los sonidos de la naturaleza. Cuando desaparece toda la ‘cacharrería’ que habitualmente nos rodea, descubrimos la compañía de la naturaleza en estado puro. José Díaz, codirector y guionista de 100 días de soledad, decidió adentrarse en el Parque Natural de Redes, con la única compañía de una mula y unas cuantas gallinas. Dedicó su tiempo a registrar los abrumadores parajes asturianos: sus inmensos bosques, el pasar de las estaciones, su rica fauna salvaje… Pero ¿realmente te puedes sentir solo aullando con los lobos? ¿paseando por un hayedo junto a los corzos? ¿divisando desde una cima el manto otoñal que lo cubre todo? Pocos lugares se nos ocurren más idóneos para disfrutar de esta película que la era del cine de Ascaso y nadie mejor para responder a estas preguntas que el propio José Díaz, que nos acompañará el próximo 28 de agosto en La Muestra de Cine Más Pequeña del Mundo.
Qué mejor manera que comenzar un artículo de presentación de una muestra de cine que con las palabras de Néstor Prades, codirector y programador de la misma, sobre 100 días de soledad que será la película inaugural de la séptima edición de La muestra de cine de Ascaso. Néstor si hubiera tenido que poner un título a su presentación le hubiera dado: 100 días en compañía.
Este año el artículo de la Muestra está configurado de una forma distinta, parte de las personas que integran la sección de cine nos hablará de una película. Filmes con poco recorrido comercial, cine pequeño pero con letras mayúsculas, iluminadas por las estrellas de Ascaso, a la luz de la luna y unos focos de presentación, para una nueva edición con 6 largometrajes y 16 cortometrajes, que llevan implícito en cada una de las cintas el sello de autenticidad y carisma visual dentro del séptimo arte. La muestra de cine de Ascaso se caracteriza por llevar a esa pequeña aldea del Pirineo Aragonés, cintas con poco recorrido comercial pero llevan implícito un mensaje, una mirada diferente de nuestra sociedad, teniendo una crítica constructiva que incita al debate, algo importantísimo e inigualable en este certamen.
WALLAY (Sergio Sánchez)
Berni Goldblat es un director de padre polaco y madre suiza que creció en Suecia y vive desde hace 25 años en Burkina Fasso. Tiene dos películas acreditadas, ésta del año 2017 y el documental Ceux de la colline del año 2009. Wallay es una película muy agradable y yo llegaría a decir que es incluso un tanto cómoda. No me parece tan crucial como se apunta la cuestión de la mirada de un africano no nativo sobre la realidad del país o del continente. Me parece más inquietante llegar a averiguar, desde la ignorancia, cuánta permeabilidad ha padecido o padece el para mi muy desconocido cine africano a las fórmulas europeas del guión de hierro trazado con tiralíneas, bien medido y calculado y con escasas o nulas líneas de fuga, entendiendo que el guión de hierro hay que saber escribirlo y aquí saben. Cuánta libertad narrativa concede la colonizadora financiación francesa, que no da puntada sin hilo, a maneras de contar genuinas del país que no necesariamente pasen por la exhibición de tal o cual vestimenta, barrio de la ciudad o danza regional. ¿Es Wallay excesivamente universal o excesivamente globalizada?. Aún peor, el descubrimiento de un adolescente problemático de sus raíces redentoras ¿oculta tras el caramelo de la multiculturalidad un discurso reaccionario que huye de otras explicaciones de la conducta disruptiva en la juventud?. Es una película bonita y entretenida y se lo van a pasar muy bien si están en el festival pero precisamente parte de lo que la hace recomendable es moverse entre distintas tensiones que generan más de una duda sobre la que pensar.
TIEMPOS MODERNOS (Rafael Sánchez Casademont)
Qué podemos decir de Tiempos modernos o de Charles Chaplin que no se haya dicho ya. Seguro que mucho aunque probablemente este párrafo no lo vaya a conseguir. Cuando hablamos de este largometraje que el genio inglés estrenó en 1936, también hablamos de la despedida de la mayor figura mítica de la Historia del cine, Charlot el vagabundo. El mítico personaje de Chaplin dice aquí sus primeras y últimas palabras, una pantomima de idioma inventado que se transforma en un maravilloso número mímico y musical. Por el camino queda un inmortal retrato de las clases trabajadoras, de la lucha obrera, de la alienación del capitalismo; también una serie de gags perennes como el de la cadena de montaje, la cárcel o el centro comercial; encima, hay una historia de amor/amistad con la joven que interpreta Paulette Goddard que es la relación más sincera, sana y luminosa de todo su cine. Charlot se despide para siempre dejando algo más que una última obra maestra, está vez no se va solo sino acompañado y sonriendo, es el momento de que suene la partitura de Smile. ¿Despedida o comienzo? Ha perdido y ha ganado, en definitiva, ha vivido. Lo diré, si el cine no es esto no es nada.
VIVIR Y OTRAS FICCIONES (Susana Peral)
Vivir y otras ficciones es una realidad latente, inerte en su tiempo, y desapercibida para muchos en la sociedad, no por su desconocimiento si no por su falta de empatía y de entendimiento corporal del prójimo, y de una salud mental que necesita de su desarrollo en todos los poros de la piel de una persona con cualquier tipo de discapacidad. Aun así la película lleva en su trama mucho más de lo ya expresado, incide en la proyección de la reinserción, del feeling y comprensión entre las personas, de la necesidad de la palabra, la voz, el roce, el tacto y el erizarse la piel en las relaciones con el prójimo para seguir sintiendo mucho más que el simple respirar.Muchos pensarán que es un falso documental, o una realidad ficcionada, y personalmente poco me importan esos pequeños matices, solo me quedo con lo que transmite con esa denuncia de desamparo de muchos en algunos aspectos emocionales y físicos imprescindibles en la vida, y de la autoestima que se requiere para sobrellevar dependiendo qué avatares de la vida. Es un canto a la tolerancia social ante el semejante y ponerse en la piel de cada uno sin prejuicios, sin tabues y sin juicios ni morales ni sociales. El director Jo Sol nos vuelve a sumergir en una realidad que no deja indiferente, una cinta pausada y delicada que viaja por cada personaje con pulcritud y delineando sus aristas con delicadeza y humanidad, pero dejando de lado el qué dirán o las etiquetas sociales. Un guion, o no, simplemente unas pautas, que nos llevan por las dificultades que cada uno pueda tener por sus limitaciones o las que marca la sociedad y el sistema establecida por la mayoría que no lo sufre.
EL MALVADO ZORRO FEROZ (Susana Peral)
Ahora que estamos en la era de tecnología en cuanto a lo visual en lo cinematográfico, es de agradecer que de vez en cuando se realce lo clásico en pantalla, con naturalidad, con dibujos y líneas de lo más simples, que nos llevarán y evocarán a nuestra infancia. El malvado zorro feroz, de Benjamin Renner y Patrick Imbert, contiene tres historias diferentes pero con una misma alma: la lucha de poder en el fondo y la supremacía de cualquier especie. Al mismo tiempo y de una manera sutil nos trata la diversidad de tipos de familias que se pueden establecer y cómo el amor va mucho más allá de la sangre. Una película que no quiere destacar por la técnica, sino por la forma y fondo de su todo, que es la simpleza y espontaneidad personificada. De sus fotogramas hecho cuadros o viceversa, que parecen pintados a mano y que nos hacen sentirnos dentro de ellos, van saliendo poco a poco cada uno de los personajes, cada cual con su mensaje, cada uno con su inquietud y moraleja, dando ímpetu en la importancia de la humildad en cada uno de los actos que se expresan en el guion. Unas historias clásicas contadas con humor y sencillez, con mucho fondo y con gran positividad y optimismo. Todos los valores a los que nos tienen acostumbrados a destacar en las películas infantiles, aquí están delineadas con sorna, con gran imaginación y con humor, de lo que disfrutarán tanto grandes y pequeños en pantallas sin duda, y sin dejarnos indiferentes.
CARAS Y LUGARES (Miguel Martín)
El viaje como conocimiento, el viaje como trabajo, el viaje como fundamento de una nueva amistad, siempre con la ironía en la boca, o en la palabra, o en el gesto y fundamentalmente en la mirada, la imagen copa y atrae la atención de cualquier espectador, sobre cualquier elemento por intrascendente que sea, una cabra, un ojo, una mano, un bastón, un prado, una piedra sobre una playa, todo es susceptible de un recuerdo y de una creación artística. La película, llena de espíritu joven, rebelde, entrañable, goza de varios momentos culminantes.Está Los espigadores y la espigadora, está Murs, está Las playas de Agnès, está el gato de Marker y el gato de Agnès, el cine de la nouvelle vague y la realidad de la desindustrialización y el abandono del campo, el homenaje a Godard y su carácter de sucia rata, el recuerdo de Demy y su Jacquot de Nantes, la fragilidad de una anciana y su determinación inquebrantable por crear y guardar para la memoria momentos esenciales del cine y de la vida. Enormes creaciones condenadas a desaparecer por el efecto de las condiciones climáticas, efímeros papeles pegados en paredes a los que la lluvia, el sol, el viento, irán haciendo perder los perfiles de un fugaz momento de reconocimiento y grandeza, cuando no condenados a desaparecer al instante fruto de la marea (impresionante la foto de Guy Bourdin recreada sobre una serie realizada por la propia Varda en los años 50). Cualquier fotograma de esta película, por sí solo, contiene más cine que una película entera de nuestra paupérrima cartelera comercial.
Y con ésta última línea de la mano de Miguel Martín os podéis hacer una idea de cuáles son algunas de las razones para elegir una película para la exhibición en la era de cine de Ascaso.
Ya podés consultar todo sobre La muestra de cine de Ascaso aquí
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