Siempre que voy al Museo del Prado observo a Rembrandt, Caravaggio,Goya… Pero hay, concretamente, un par de cuadros en los que me quedo un buen rato, no sólo por su maestría sino por la historia y secretos que guardan en su interior.
Al fondo de una sala muy pequeña y habitualmente silenciosa se encuentran Las hilanderas de Velázquez. – ¿Qué tiene que hacer este cuadro frente al de las Meninas? – podrían pensar algunos. Pues de todo.
Vamos a hacer un ejercicio. Mire atentamente el cuadro durante algunos segundos y descríbalo en su mente:
Aparentemente vemos varias mujeres enfrascadas en la tarea de hilar, algunas hablan, otras se concentran en su labor y al fondo vemos un posible tapiz con una representación fantástica de Atenea.
¿Están hilando realmente estas mujeres? ¿Es un tapiz lo que hay al fondo? ¿Se han fijado que la mujer de verde y la que habla con la anciana tienen el mismo peinado? ¿Son la misma? ¿Qué nos está contando realmente Velázquez? Nada más y nada menos que la historia de Aracne y Atenea.
El cómic aún no se había inventado, pero Velázquez ya cuenta historias «por planos» en sus cuadros, incluyendo misterios y secretos. Nos invita a pasar al fondo (muy típico en la pintura barroca) para descubrir cual va a ser el desenlace de esta historia, que empieza así:
Aracne es hija de Idmón un tintorero y nació en Lidia. La joven era muy famosa por tener gran habilidad para el tejido y el bordado. Cuenta la leyenda que hasta las ninfas del campo acudían para admirar sus hermosos trabajos en tales artes. Tanto llegó a crecer su prestigio y popularidad que se creía que era discípula de Átenea.
Aracne era muy habilidosa y hermosa, pero tenía un gran defecto: era demasiado orgullosa. Ella quería que su arte fuera grande por su propio mérito y no quería deberle sus habilididades y triunfos a nadie. Por eso, en un momento de inconciencia, retó a la diosa, quien por supuesto aceptó el reto.
Antes de continuar, fíjense en la rodilla de la anciana. ¿Es realmente una anciana?
Primero, se le apareció a la joven en forma de anciana y le advirtió que se comportará mejor con la diosa y le aconsejó modestia.
Aracne, orgullosa e insolente desoyó los consejos de la anciana y le respondió con insultos. Atenea montó en cólera, se descubrió ante la atrevida jovencita y la competencia inició. En el tapiz de la diosa, mágicamente bordado se veían los doce dioses principales del Olimpo en toda su grandeza y majestad. Además, para advertir a la muchacha, mostró cuatro episodios ejemplificando las terribles derrotas que sufrían los humanos que desafiaban a los dioses.
Por su parte, Aracne representó los amoríos deshonrosos de los dioses, como el de Zeus y Europa, Zeus y Dánae, entre muchos más.
Sin embargo, Palas Atenea no permitió que muriera sino que la convirtió en una araña, para que continuara tejiendo por la eternidad.
Además de todos estos secretos incluidos en el cuadro, hay alguno que queda por descifrar, como por ejemplo la mujer que está la lado del chelo.
Una posible explicación dice que ya en el siglo XV «italianos creían que la picadura de tarántulas se curaba bailando frenéticamente al son de la tarantela. El tarantismo se extendió por toda Italia y a quienes lo padecían, sus familiares consideraban que la única forma de curarlo era bailar al son de la música que desde entonces se llamó tarantella, y que tenía, según sus defensores, el efecto de extender y diluir el veneno por todo el cuerpo con lo que podía salir más fácilmente de él por los poros y el sudor producido por el intenso ejercicio a que los sometía el baile.
La música utilizada como remedio fue adquiriendo forma definitiva y así la tarantella fue recomendada como Antidotum tarantulae.» (http://www.gorgas.gob.pa/museoafc/loscriminales/paleopatologia/tarantulismo.html)
Y ya para finalizar, Velázquez no sólo nos da una lección del pasado, sino del futuro. Con conocimiento de causa o no, Velázquez inuguró lo que en 1909 se llamaría Futurismo. Un movimiento que se basa fundamentalmente en dos temas dominantes: la máquina y el movimiento.
De nuevo, les vuelvo a poner la imagen del principio, para que ahora, observando el cuadro en su totalidad no vean una mera escena de mujeres hilando. Velázquez incluye miles de secretos en un cuadro, imagínense lo que no habrá incluido en toda su obra.