La tecnología avanza a pasos tan agigantados, que te levantas todos los días con algo nuevo que comprar, conseguir, adoptar, aprender, etc. Eso se aplica a todos los ámbitos tecnológicos, desde el móvil hasta los más sofisticadas “ultrabooks” (para quien no lo sepa, esto es un portátil de alta gama, ultra fino y ultraliviano).
Como el espectro es tan amplio voy a centrarme en las app. Para los neófitos (entre los que me incluyo) una app es una aplicación para el móvil. ¿Qué es una aplicación? Puede ser cualquier cosa: un juego, un localizador, un controlador de alguna actividad y muchísimas más por el estilo.
Entre las app prácticas encontramos las de tipo drop o cloud, que son para almacenar en una especie de “nube informática” todo tipo de documentos, fotos y demás y poder compartirlos con quien nos apetezca.
También hay unas cuantas de manejos de “voice”, que son aplicaciones que permiten hacer muchísimas cosas solo con el reconocimiento de la voz, incluso se puede asignar sonidos, voces o palabras para cada una; una herramienta muy interesante y versátil.
Pero, como no podía ser de otra manera, hay app que son como poco, inútiles. Entre las más destacadas, para mi gusto están: translator animal: traduce y reproduce tus palabras al idioma del animal que selecciones; flipante pero cierto y tiene gran demanda.
Otra con la que aluciné es el French kisser, cuya idea principal es que aprendas diferentes técnicas y perfecciones tu forma de besar. No sé a ustedes pero a mí me parece un pelín repulsivo andar besuqueándome con mi móvil, pero hay gente para todo.
Y la cereza de la tarta es una app que se llama en inglés “popLog” y cuya traducción literal es “diario de la caca” y sinceramente solo con lo que implica el nombre no me he atrevido a investigar más a fondo, así que lo dejo en eso.
En el ámbito de los juegos se puede encontrar cualquier cosa, desde el Coin flip, el Cara o cruz de toda la vida, pasando por matar hormigas a dedazos (este es adictivo, os lo aseguro) con el AntSmacher hasta aplicaciones de fútbol, de ataque y defensa, de romper bolitas, de matar bichos y un casi interminable etc.
Al parecer la “máxima” de los creadores de las app es esta: “para cada cosa que pienses hacer, seguro que encontrarás la app que te ayude”. Me asusta pensar que hay una gran cantidad de gente que cree eso a pie juntillas y se gastan montones de pasta en estos pequeños programillas, pero más me asusta la triste perspectiva de que se acostumbren de tal manera a usarlas, que a la larga terminen creando dependencia a las app de los cojones.
Usted qué opina: ¿esto TAMBIÉN es cultura?