En la ciudad de Asunción, capital del Paraguay, hay un barrio llamado Cateura que es relativamente joven. Su historia está íntimamente relacionada con la de un vertedero que funciona al lado de una laguna, de la que toman el nombre tanto el barrio como el depósito de basuras. En el año 1984 se decidió llevar los residuos sólidos urbanos a un punto de la citada laguna donde se procedería al relleno sanitario de la zona. El barrio comenzó a crecer casi al mismo tiempo que llegaban los desperdicios, ya que está formado por los hurgadores y sus familias que viven de revisar la basura y recuperar lo que se pueda consumir, desde comida hasta todo tipo elementos reciclables. La triste realidad del barrio es que no está reconocido por la municipalidad de la capital asuncena y allí no existe alcantarillado, los servicios de agua y luz son mínimos y las casas en su gran mayoría son de los mismos elementos que se recuperan: cartones, plásticos y chapas. Al estar tan cerca del río Paraguay, sufren frecuentemente los efectos de las crecidas con las consiguientes inundaciones que estas conllevan. El nivel educativo es bajo y las condiciones de vida sumamente precarias. Personalmente he tenido oportunidad de vivir en Paraguay y he ido varias veces al barrio y os puedo asegurar que hace falta un buen rato para que nuestro olfato se acostumbre a la peste que lo impregna todo en kilómetros a la redonda.
Con este panorama de telón de fondo surge la Orquesta de Instrumentos Reciclados de Cateura. La integran niños nacidos en el barrio que tañen los instrumentos que otros vecinos construyen para ellos. Estos lutieres improvisados han descubriendo en ello una alternativa de trabajo, unos hurgan, otros reciclan, ellos los construyen y los chavales los tocan. Entre todos han logrado llevar su música por el mundo y al mismo tiempo que se sepa la verdadera condición en la que viven 30000 personas, casi al margen de la legalidad a pocos kilómetros de la capital del Paraguay. El 5 de enero estuvieron en Madrid, el 2 de febrero actuaron en Ámsterdam y la banda Metállica les ha pedido que los acompañen como “teloneros” en su gira por Sudamérica.
Quisiera que esta pequeña historia tan lejana en su ubicación pero cuyos resultados podemos comprobar y disfrutar con un golpe de tecla, nos sirva para reflexionar.
¿Hacemos todo lo que podemos por cambiar, mejorar o superarnos? ¿Buscamos alternativas válidas que nos den más opciones a la hora de producir, trabajar, divertirnos o deleitarnos en nuestros momentos de ocio? ¿Reciclamos nuestras miserias para transformarlas en impulsos o nos limitamos a quejarnos de nuestra suerte o a buscar algún chivo expiatorio a quien echarle la culpa de todo?
Usted qué opina… ¿esto TAMBIÉN es cultura?