El cambio de mentalidad. La promesa del siglo XXI es un libro de Willis Harman, editado por el Centro de Estudios Ramón Areces. En la presentación de ese libro se dice: «Vivimos inmersos en una de las transiciones críticas de la historia de la humanidad: el cambio del sistema valores de la sociedad occidental. Ni el poder político, ni el económico, ni el militar pueden compararse al poder de un cambio de mentalidad. Al cambiar, deliberadamente, sus imágenes de la realidad, los seres humanos transformamos el mundo». Willis Harman indica que el cambio de mentalidad ha jugado un papel clave en la «evolución de la humanidad».
Desde mi punto de vista y convencida de que es urgente terminar con la guerra, apelo a la necesidad de cambiar nuestra mentalidad: pasar de una cultura de guerra a una cultura de paz. Basta con que pensemos en que quienes realmente sufren en las guerras son niños y niñas inocentes, pero nunca quienes las han iniciado.
Cambio de mentalidad
Hace ya mucho tiempo, alrededor de dos siglos, Emmanuel Kant afirmó que era un imperativo moral fundamental para todos los países aunar esfuerzos en una asociación de naciones que tuviera la responsabilidad de garantizar la coexistencia pacífica entre los países.
Dijo Nijail Gorbachov , en 1997: «Puesto que la mayoría de los ciudadanos no desean las guerras pero, al mismo tiempo, creen que es imposible detenerlas, el primer cambio que debemos propiciar es en nuestras mentes. Debemos cambiar esa idea de que no es posible, porque lo único que nos impide transformar la realidad son nuestras creencias sobre la misma».
Este texto, lo mismo que escribí hace aproximadamente un mes, está dirigido a todos los que ansían que la interminable escalada de dolor, muerte, perdida y destrucción del planeta llegue a su fin algún día y confían en que ojala sea posible. Es posible o será posible, incluso sabiendo que millones de personas dependen del ejército y de los preparativos de guerra para ganarse la vida y que además sus políticas conciernen a los presupuestos que se les asigna.
La historia pone de manifiesto que cuando a una idea le llega su momento –cambio de mentalidad- esta cobra más fuerza que el avance de cualquier ejército. Nadie se imaginaba que la minoría blanca de Sudáfrica, que ostentaba todo el poder militar, tendría que acabar negociando con el prisionero Nelson Mandela, librándole y convocando unas elecciones que le erigirían como el nuevo Presidente Mandela. Cuando la gente se une por una causa, el milagro ocurre. Posiblemente el mayor enemigo de la paz en el mundo sea la extendida creencia de que la paz en imposible. La clave, como dice Fredrik S. Heffermehl en el prólogo del libro Construir la paz (2003, Icaria editorial) está en añadir la expresión «y si fuera posible». «Ahí radica la diferencia entre formar parte del problema o formar parte de la solución».
Escribe Heffermehl: «Las últimas generaciones han sido testigo de un gran avance en el desarrollo de nuestra conciencia ética colectiva. Tal es el ejemplo de los juicios de Núremberg contra los criminales de guerra nazis en 1945, donde siete de ellos fueron acusados de ser responsables de crimines de guerra de forma individual o en cumplimiento de las leyes del propio país. La dignidad e igualdad básicas de todos los seres humanos se han expresado en la Declaración de los Derechos Humanos y en la Convención sobre los Derechos Humanos de las Naciones Unidas. […] Del mismo modo, las técnicas para la resolución de conflictos están evolucionando con gran rapidez. Tanto las ideas –cambios de mentalidad- como las palabras tienen la fuerza necesaria para cambiar el mundo y, de hecho, así lo hacen.
La Carta de las Naciones Unidas
Tenemos que resolver los conflictos, del tipo que sean, de un modo civilizado y pacífico. La Carta de las Naciones Unidas obliga a los estados a resolver sus disputas sin recurrir a la fuerza; algo que, todavía, no ha sido capaz de detener la guerra de Ucrania. ¿Por qué?
Por otra parte, lo que está sucediendo en Ucrania, de distintas formas está impidiendo centrarse en alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (Agenda 2030), preparada, después de muchas reuniones por la Organización de Naciones Unidas (ONU), pensando, únicamente, en las futuras generaciones.
Raül Romeva Rueda es autor de un libro titulado Desarme y desarrollo. Claves para armar conciencias (2000, Intermon Oxfam). En la presentación del libro se indica: «Es un intento de explicar por qué el desarme debe ser en sí mismo una política de desarrollo. Efectivamente, las pérdidas humanas y materiales en las regiones asoladas por la guerra o propensas al conflicto son tan grandes que los recursos que deberían destinarse a la promoción del desarrollo son utilizados cada vez más en operaciones de ayuda de emergencias o de rehabilitación.[…]»
Además, se indica que el libro «pretende ser también una suma de ejemplos positivos de construcción de una Cultura de Paz, un grito al optimismo activista y a la movilización organizada, frente al pesimismo desmovilizador; un ejercicio, en definitiva, de armar con argumentos el trabajo a favor del desarme para avanzar hacia un verdadero desarrollo sostenible».