Supongo que a muchos de ustedes, queridos lectores, les pasará como a mí. Que el año pasado es como si no hubiera existido y este que termina un poco menos pero casi lo mismo. La pandemia no solo nos ha traído mucha desgracia sino que ha abierto un abismo en el tiempo para poner al descubierto nuestras fallas en numerosos ámbitos de la vida.
A fuerza de mantener vivo ese toque de ingenuidad que a algunos humanos todavía nos caracteriza, espero y deseo que tanta tragedia pueda servir para darnos cuenta que nuestras vidas y nuestro mundo es finito y que de nada vale tanta ostentación y riqueza acumulada por unos pocos, en buena parte a costa de muchos, porque el final acabará siendo el de todos.
Les deseo mucha felicidad para estas fiestas, serenidad y respeto, que se cuiden mucho y les animo, en lo que les toca, a tener la lección aprendida ante los enormes retos del futuro.