Gloria Lapeña Gallego, licenciada en Bellas Artes por la Universidad de Murcia (2012), se encuentra realizando su Tesis Doctoral en la misma Universidad con un contrato de investigación de la Fundación Séneca (Agencia de Ciencia y Tecnología de la Región de Murcia) sobre el espacio urbano como soporte de sociedades y culturas.
El poeta murciano Ibn Arabi (Murcia, 1164-Damasco, 1240) es una figura internacionalmente reconocida por su obra literaria de carácter místico. Su manera de entender la religión musulmana dentro del sufismo está muy vinculada a las cuevas y cobijos improvisados como lugares para la soledad, la oración y la escritura. La Sala Mengolero (Cuevas del Rodeo) se convierte, de esta manera, en el espacio idóneo para albergar los proyectos «El arca de las aguas del trono» (2011) y «Tatha al-zará» (2016), ambos relacionados con su filosofía y el contexto en el que vivió.
Gloria Lapeña, artista e investigadora.
¿A qué edad recuerdas empezar a dibujar? ¿Recuerdas cuando tuviste claro que querías dedicarte al arte? ¿por qué?
La verdad es que no me acuerdo, supongo que a la edad de cualquier niño, cuando se le da un papel y un lápiz y empieza a hacer garabatos. Por lo que tengo entendido, es algo que me entretenía bastante. Mi madre me contó que una vez mi cuidadora de la guardería le comentó en una reunión que tenía que racionarme los folios, porque gastaba unos 10 ó 20 al día, y que al día siguiente ella llevó a la clase dos paquetes para que yo pudiese seguir dibujando todo lo que quisiera. Más adelante, recuerdo haber dicho que de mayor quería ser pintora, pero la decisión seria la tomé con quince años, cuando opté por estudiar el Bachillerato de Artes, cerrándome así las puertas a varias carreras universitarias consideradas de mayor prestigio y con más salidas.
«El refugio del Poeta» es una exposición sobre la figura del poeta Ibn Arabi. ¿Cómo llegaste hasta él? ¿Qué aspectos te interesan de su poesía?
Supe de Ibn Arabi a través de una exposición temporal en el Museo Picasso de Málaga en 2010, titulada «Bill Viola: obras figurativas». En ella se proyectaban los tres vídeos de la serie «Transfiguraciones», en los que distintas personas atravesaban una cascada de agua y desaparecían en la oscuridad. Me estuve documentando y descubrí que una de las fuentes de inspiración del artista era la obra del místico andalusí Ibn Arabi. Empecé a leer algunos poemas suyos y, sinceramente, no entendí absolutamente nada, así que dejé el tema un poco olvidado. Un año más tarde lo recuperé para el proyecto El Arca de las aguas del trono. Afortunadamente, di con muy buenos asesores. Conocí a personas sufíes y al traductor de sus poemas, el profesor de la Universidad de Murcia Pablo Beneito.
¿Cómo están relacionados los proyectos que integran la exposición El arca de las aguas del trono (2011) y «Tatha al-zará» (2016) con la filosofía sufí y el contexto en el que vivió el poeta?
Las ilustraciones de «Tatha al-zará» se relacionan con el contexto porque están inspiradas en elementos de la cultura árabe de los siglos XII y XIII, cuando Murcia era Madinat Múrsiya, capital de la antigua Kûra de Tudmîr. Ibn Mardanish, también conocido como Rey Lobo (1124-1172), auspició durante su reinado los principales monumentos de la Murcia islámica que han llegado hasta nosotros. Es en ese tiempo cuando nace Ibn Arabí (Murcia, 1165-Damasco 1240).
El arca de las aguas es trono tiene que ver con la filosofía sufí. Es una intervención que llevé a cabo la noche del 17 de diciembre (fecha en la que se conmemora el fallecimiento del filósofo Rûmî mediante la danza sufí de los Derviches Giróvagos) en la Plaza del Cardenal Belluga, donde una vez estuvo la Mezquita Mayor de Murcia, que fue adaptada para uso de los católicos por orden de Jaime I en 1266, y posteriormente demolida para la construcción de la actual Catedral. La pieza hace alusión a este enterramiento por medio de una serie de macetas (similares en forma y color al sikke o sombrero que portan los Derviches como símbolo de la lápida mortuoria) colocadas boca abajo sobre cada una de las luces de suelo que iluminan la fachada de la Catedral. De esta manera, la luz que antes servía para destacar la imponente arquitectura, permitía visualizar una serie de diapositivas que ilustran el poema «El arca de las aguas del trono» de Ibn Arabi, colocadas en el interior de las macetas y visibles a través del orificio inferior.
Arabí fue un gran viajero, nació en Murcia y falleció en Damasco, capital de la actual Siria. ¿Crees la salida de Murcia del poeta se puede comparar con la huida de los refugiados actuales?
Se podría establecer un cierto paralelismo entre el viaje del poeta desde Murcia a Sevilla a los siete años de edad, en el sentido de que su familia huye del integrismo de los almohades. Una vez que el Rey Lobo es derrocado, los almohades comienzan una serie de revueltas que acaban con el periodo de esplendor musulmán en el Reino de Murcia. No sé hasta que punto son exilios o huidas comparables, ni tampoco me gusta meterme en valorar este tipo de cuestiones. Cuando se trata de personas no hay unidad de medida.
¿Dónde nace tu interés por la arqueología? En la arqueología urbana la casa es el elemento fundamental a partir de la cual se construye la ciudad. ¿Cómo crees que se está planteando el crecimiento urbano de tu ciudad?
Mi interés por la arqueología surge a raíz de una serie de viajes a Córdoba, donde vive mi familia materna. Me fijaba en que en algunos lugares, como cafeterías, hoteles, y hasta en garajes de edificios particulares, colocaban un vidrio grueso y transparente sobre restos arqueológicos. Yo los bordeaba, como si pisar aquello fuese una profanación. A diferencia de Murcia, Córdoba es una ciudad plagada de reminiscencias del pasado. Más adelante comprendí que no era cuestión de que en Murcia no se hubiesen encontrado restos, sino de que muchos se han ocultado o destruido por motivos especulativos. La primera vez que me planteé hacer un proyecto para intentar concienciar sobre este problema contacté con la Plataforma de Amigos del Yacimiento de San Esteban, integrada por personas muy motivadas por el Patrimonio Arqueológico de Murcia. Como afirma Fernando Chueca Goitia, «Murcia podría haber sido una de las ciudades mas bellas e interesantes de toda nuestra península si hubiéramos sabido conservarla como se merecía».
Algunas de tus obras, como «Nido/Casa para pájaros», muestran un hábitat aparentemente inhóspito ¿que tipo de mensajes esconden?
En realidad, la casa es un elemento que a veces utilizo como metáfora o excusa para tratar temas complejos, como cuestiones de identidad en «Un muro para contar mi historia» (2012), de género en «El espacio que habit[ú]a» (2014), o vitales en «Nido/Casa para pájaros» (2014).
En «Un muro para contar mi historia» construyo una arquitectura que me representa como persona, una especie de torre cuya fachada no se corresponde con el interior: anodina por fuera y llena de contrastes por dentro, y con un fondo oculto, de manera que la puerta de entrada es en realidad la ventana de una habitación que se encuentra bajo tierra, en la que hay escrito un texto imposible de leer.
«Un muro para contar mi historia», 2012
«El espacio que habit[ú]a» cuestiona la situación aquellas mujeres que, a pesar de trabajar fuera de casa, acaban duplicando su jornada laboral, pues continúan encargándose de todas las tareas del hogar. No existen leyes ni códigos visibles que lo impongan, pero es un hecho que sigue impregnando la vida cotidiana de las familias. La instalación nos habla de una mujer cariátide, condenada eternamente a aguantar el peso de las arquitecturas.
En el caso de «Nido/Casa para pájaros», lo inhóspito viene dado por una serie de factores, tanto externos como internos, que nos afectan negativamente y condicionan nuestra vida desde el momento en que nacemos.
«Nido/Casa para pájaros» (díptico), 2014
Tu última exposición fue en el Colegio de España en París, donde fuiste seleccionada para la convocatoria de exposiciones individuales del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte. ¿Qué nos puedes contar?
Para mí ese viaje fue muy atractivo. Me gusta mucho París, y al leer la convocatoria me presenté con las ilustraciones de «Tatha al-zará». Me seleccionaron asignándome el 13 de enero, justo cuando se cumplían dos meses de los atentados en París. La verdad estaba bastante preocupada por si se malinterpretaba todo aquello, así que le pedí a una amiga que me tradujera el texto del catálogo al francés.
La historia está llena de paralelismos y el origen de los conflictos actuales no es algo nuevo. Cuando nace Ibn Arabi en Murcia, el Rey Lobo, musulmán como el poeta, era contrario al integrismo islámico que en aquel momento estaba protagonizado por los almohades. Hoy la yihad vuelve a ser una forma de integrismo como consecuencia de una mala interpretación del Corán. La sala, situada en la Cité Internationale Universitaire de París, es un lugar cosmopolita, y quienes acudieron a la inauguración eran conscientes de que ni todos los musulmanes eran almohades en el siglo XII, ni todos fomentan la yihad en pleno siglo XXI. Así que, afortunadamente, la exposición fue muy bien acogida.
¿Te consideras más una artista o una investigadora? ¿Qué faceta te gusta más de ti?
Me definiría más como artista, aunque es una palabra demasiado genérica y no me termina de convencer. Pienso que la faceta investigadora es intrínseca a cualquier persona dedicada a producir trabajos artísticos, tanto en lo referente a temas y conceptos, como de experimentación con distintos materiales y técnicas. De no ser así, no habría evolución. En mi caso, la investigación reglada y académica para la publicación de artículos es algo necesario para poder continuar con mis estudios universitarios.
¿Cómo crees que se encuentra actualmente el mundo de la investigación artística en España? Tú que has sido Premio Extraordinario de Licenciatura y Primer Premio Nacional de Fin de Carrera en el área de Artes y Humanidades.
La verdad es que deja bastante que desear. Las becas, contratos y subvenciones son escasos, y por lo general bastante pobres. Que te las concedan y consigas hacerte un buen currículum tampoco te asegura una plaza en la Universidad como docente, porque no hay dinero para admitir a nuevos profesores.
Tu proyecto «Descubriendo científicas» es un homenaje a aquellas mujeres que dedicaron sus vidas a la actividad investigadora en diferentes ámbitos. ¿Cómo te ves dentro de unos años en el campo de la investigación? ¿Te ves trabajando fuera?
Estoy haciendo lo posible por quedarme en España. De momento, tengo un contrato predoctoral que, entre otras cosas, me ha permitido hacer estancias en Roma y Granada. En caso de que tras leer la tesis sigan sin convocar plaza en la Facultad de Bellas Artes, solicitaría una beca posdoctoral, con la que me tendría que ir dos años fuera. Y luego ya veríamos…
Intentaré publicar en alguna editorial el álbum que estoy elaborando como proyecto de mi tesis doctoral, en el que se incluyen parte de las ilustraciones que expondré en la Sala Mengolero. Aunque es un proyecto que de momento estoy presentando como serie de ilustraciones, la idea es que acabe convirtiéndose en un libro.
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Imágenes cedidas por: Gloria Lapeña Gallego.
La inauguración tendrá lugar el día 29 de abril a las 20:00 en la Sala de exposiciones Mengolero perteneciente al conjunto de las cuevas del Rodeo en Rojales (Alicante). Se podrá disfrutar de un pequeño piscolabis charlando con la artista, donde trata de la interpretación de una visión mística del sufismo en la Murcia de Ibn Arabí.
La exposición «El refugio del Poeta» se podrá disfrutar durante el horario del festival Rodearte. Además durante los meses de mayo y hasta el 24 de junio, también se podrá visitar quedando abierta al público en el horario habitual de la sala: de Lunes a Viernes de 9:00 a 15:00.