Una no es consciente de lo necesarias que son las colectivas feministas hasta que vuelve a estar en una de ellas. Llegar a una ciudad nueva con treinta y tantos en medio de esta pandemia mundial podría haber sido un dolor. Y sin embargo, está siendo agua de primavera.
Las conocí en La Cochorra Yeyé, mi nuevo Café de Ficciones, a través de un amigo de un amigo. Este tipo de cosas suceden de forma inesperada, fruto de conversaciones intrascendentes. Son mágicas cadenas de personas bonicas que se encuentran en medio del camino. Como el día que busqué y encontré piso. Mandé un mensaje y a las dos horas un compañero desconocido del trabajo estaba en mi departamento presentándome a Isabel, que es de lo más maravilloso que me ha pasado este año. Ya no es solo compañera de trabajo, de piso y de colectiva, es mi amiga. Isabel es divertida y pasional, nos gusta ir al cine y hacer yoga, y tenemos largas conversaciones donde ella me recuerda, quizá sin darse cuenta, que merece la pena pensar a corto plazo.
El día que conocí a Marieta y Elisa tenían desplegado un arsenal de cartelas y libros en una mesa de la cachorra. Estaban catalogando libros. Yo me emocioné al ver que allí tenían lo que en Murcia habíamos hecho años atrás unas colegas y yo en los Los viernes de Parra. Decenas de libros feministas a disposición de cualquiera que tuviera curiosidad por saber. Enseguida estábamos las cuatro riéndonos. Ese día había recital de poesía, así que nos chistaron para que calláramos. Aún nos reímos más. Como dijo Isabel, ¡qué fantasía!
Con Carmina, Belén y Miriam coincidí en una comida poco antes de que nos volvieran a semi encerrar. Ese día se comentaban algunas actividades que se iban a hacer, como la presentación del libro ¿Sólo dos? La medicina ante la ficción política del binarismo sexo-género, posibles charlas en IES el 8M, un club de lectura.
María apareció después, un día en el que se decidió que la entrevista al autor del libro, Daniel G. Abiétar se haría virtual porque los locales estaban cerrados. María ofreció su casa y todos sus conocimientos de Instagram para que Dani y yo charláramos sobre el tratamiento que la ciencia da a las cuestiones sexo-género. En marzo conocí a Jessi, que tiene el mejor de los sentidos del humor, negro, ácido. Ese día estaban casi todas, Elisa, María, Carmina, Marieta, Miriam y Jessi. Yo era la nueva.
Aquella tarde vi la amistad que las une, el amor que se tienen y la consigna “lo personal es político” cobró más sentido que nunca. Ese día volví a casa con el entusiasmo por las nubes, pensando en la suerte que tenía de haberlas conocido, de poder hacer cosas importantes con ellas. Ese día deseé poder quedarme a vivir en Albacete por un tiempo.
El mes de abril ha sido un gran mes, no solo hemos tenido a Marta Sanz con nosotras para hablar de feminismo, sino que sigue aumentando el número de libros de la #coleccionmanflorite y hemos comenzado un club de lectura intergeneracional en el que nos hemos encontrado mujeres imponentes, luchadoras, inteligentes, sensibles, pasionales y curiosas. Traigo a la memoria esa tarde y me saliva la boca.
El mes de abril ha sido un gran mes porque hemos celebrado juntas, porque hemos charlado, porque nos estamos conociendo. Todas las personas deberían tener una Colectiva Manflorite en sus vidas. Albacete podría haber sido un dolor y, sin embargo, es agua de primavera.