Puedes encabritarte como un caballo salvaje, decir palabrotas, maldecir al destino, pero a la hora de la verdad, tienes que resignarte.
El curioso caso de Benjamin Button
Dir: David Fincher
El tiempo, ese condenado contrato que no perdona ninguna de sus cláusulas. El viernes pasado fue una de esas noches que terminé postrado en mi sofá disfrutando de una buena película, en este caso, la ya citada «El curioso caso de Benjamin Button». No hay instante alguno en la película en que te dejen desconectar de lo trascendental de este eterno compañero; el paso del tiempo.
Soy un entusiasta de ello… así que la película me tuvo reflexionando y disfrutando por segunda vez, como si fuese la primera. Y es que no hay nada más cierto que esta cita, no hay nada más inevitable que un final que debe ocurrir y no hay nada más veraz como que somos lo que somos, pero también cómo decidimos vivir la vida que se nos otorga. Vuelvo a ser poco aportador en una cita dominguera, pero creo que con el apoyo de este cortometraje simpático en el que se pasan a la torera algunos de los acuerdos del contrato condenado… me voy a la cama esta noche teniendo fe en que, aunque no sé si terminaré mi estancia entre vosotros con el título bajo el brazo de «la vida ejemplar», lo que sí sé es que habré acumulado muchos buenas madrugadas y amaneceres. Y es que al final del todo, debe haber merecido la pena ocupar esta plaza que estamos ocupando. «La circunstancia de lo que fuimos, y la conjetura de lo que pudimos ser.»
Vejado en el tiempo (We, time machines)
Raúl Navarro
«Yo… yo me considero un arquitecto del amor»
Gol…