Mientras haya música seguiremos bailando, y a ser posible con una sonrisa
Carlos Cristos
médico español
Ante estas elecciones anticipadas que vivimos en España hoy domingo, 11 de Noviembre de 2011, tengo entendido que es un día para hablar del futuro de nuestro país, para tomar partida en el devenir de esta situación tan preocupante que se nos abalanza y para intentar elegir algo que ayude a agilizar este proceso imperceptible. A pesar de ello, también puede ser un buen día para no obsesionarse con que el país y el Mundo están patas arriba, un buen día para mirar a nuestro alrededor, a la gente que nos rodea y nos presta atención, a nosotros mismos ante el espejo y sonreír. Y es que muchas familias están pasando las de Caín para llegar al final del día, eso solo lo saben bien, bien ellos. Muchos jóvenes están arrastrándose por lograr un primer o segundo empleo a pesar de su preparación, muchas pequeñas empresas ven truncados sus sueños de mantener lo que ha sido su vida durante tanto tiempo. Y más y más situaciones dramáticas. Sí, tenemos un telón de fondo y un escenario bastante lamentable, pero la música sigue sonando. El reloj corre y aprieta, así que sigamos al son de la música ya sea en el mejor de los escenarios, o en el peor de ellos. Es más, cuanto más pobre sea éste, más brillaremos y lo disfrutaremos.
Es complicado tener este pensamiento en el día a día, pero la noche que vi el largometraje Las alas de la vida me prometí intentar acordarme de ello al menos una vez cada 24 horas. Esta película no es una producción cualquiera, guarda tras de sí una historia dramática a la vez que sonriente. El llanto y la risa están permitidos a lo largo de la misma, pero solo se permite una mueca de respeto y alegría tras la última. He aquí un condensado resumen de su argumento:
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El médico Carlos Cristos, que a sus 47 años padece una enfermedad terminal, llama a un amigo, director de cine, para que filme su lucha por la dignidad en el vivir y en el morir y, sin dramatismo y si es posible con una sonrisa, transitar juntos el complejo escenario creado ante los umbrales de la vida y la muerte.
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Creo que no se trata de sentirse privilegiado por nuestra situación de correcta sanidad, sino de aprender a aceptar las realidades como vienen, hacerlas nuestras y vivirlas intensamente sin olvidar quienes somos ni adonde queremos ir. En un momento de la película, Carlos comenta que no desea ser admirado, que él no es más que una persona como cualquier otra que acepta la muerte como una etapa más de la vida, y la intenta gestionar con la máxima dignidad posible y «si es posible con una sonrisa».
Feliz día de la democracia alterada y sonreíd, que la música sigue sonando.
No importa que la leña se consuma si al arder da buen fuego
[Las alas de la vida – Primera parte]
Partes: Segunda – Tercera – Cuarta – Quinta – Sexta – Séptima – Octava – Novena
Hola, he llegado a este blog a través del concurso de 20 minutos.
Había leído la historia de este doctor en una revista, pero ahora intentaré ver el documental, porque aunque diga que no quería ser admirado, es para admirar su actitud y forma de enfrentarse a la muerte.
Saludos.
Hola Trinity!
Nos alegra mucho que nos hayas conocido desde 20minutos ^^ He paseado por tu Blog y lo apunto porque me encanta subir a Madrid 🙂
Lo de Carlos Cristos fue algo como para que llegara a todo el público, me encanta que te haya sido interesante. Un saludo!