Ayer, 28 de marzo, fue el aniversario del suicidio de Virginia Woolf. Quién no ha leído alguno de sus libros, o ha visto alguna de las numerosas adaptaciones cinematográficas de sus novelas, o se ha emocionado enormemente con la maravillosa película Las horas -una de mis preferidas-, basada en la novela de Michael Cunninghan. Aprovechando esta efeméride os quiero hablar de su tía-abuela, que marcó tanto a Virginia Woolf. Me refiero a Julia Margaret Cameron (1815-1879).
Hoy en día encontramos más de diez millones de resultados si buscamos su nombre en Google, pero en el siguiente artículo os quiero acercar a esta artista de una manera diferente a todo la que ya se ha dicho sobre ella a través de un proceso de investigación, en el que desmonto algunas de las afirmaciones que se han hecho sobre Cameron, porque a pesar de todos esos escritos sobre esta fotógrafa inglesa, para muchos sigue siendo una desconocida.
En todo lo que se encuentra sobre Cameron, lo primero a lo que se hace referencia es con quién estuvo casada: un jurista y dueño de una gran plantación de té, café y caucho en Ceilán. Con esta premisa, toda la información sobre ella, da a entender que fue «la mujer de un rico que se aburría y hacía fotos», cuando en realidad, la gran Julia Margaret Cameron fue ni más ni menos que la creadora de la fotografía artística. Hasta entonces, la fotografía tenía un carácter documental, pero ella fue más allá. También se suele leer mucho en su información que «se cree que Oscar Gustav Rejlander y Lewis Carroll la instruyeron en la fotografía». De nuevo la figura del hombre tomando la importancia de los logros de Cameron. «Se cree», alegan, como quitando valor al trabajo de esta fotógrafa autodidacta; que si sabía sobre fotografía, tenía que ser un hombre el que la hubiera instruido en ella.
¿Y qué me decís también del efecto flou? Fue la primera en utilizarlo, ese desenfoque intencionado en sus fotografías, en el que cambiaba el tiempo de exposición para crear ese resultado. Para conseguir el desenfoque o movimiento como recurso expresivo, enfocaba a un punto diferente, no a los ojos como siempre se había hecho. Manchaba las placas, las arañaba, de esta manera creaba diferentes filtros. Fue como si hubiera creado los filtros de Instagram 150 años antes de existir esta aplicación.
Utilizaba los negativos para hacer fotomontajes, en los que además dejaba vista la línea de sutura a modo de collage. Y sin embargo, si buscamos en los manuales quién creo el efecto flou, nos hablan de varios hombres: Joan Vilatobà i Fígols (nacido en 1878), Pla Janini (nacido en 1879), y José Ortiz Echagüe (nacido en 1886). Matizo sus años de nacimiento porque Julia Margaret Cameron murió en 1879. Cuando ellos comenzaron a experimentar con el efecto flou, ya hacía más de 30 años que Cameron lo había creado, y sin embargo, los nombres masculinos son los que figuran como creadores de esta técnica. La primera fotografía de la que se sienta orgullosa data de 1864.
A los 48 años fue cuando Julia Margaret Cameron tuvo su primera cámara fotográfica, y tras convertir un gallinero en un estudio acristalado y una pequeña leñera como cuarto oscuro, se metió de lleno en el mundo de la fotografía, demostrando que ni la edad, ni los pesados negativos de placas de vidrio de gran tamaño de la época, eran un impedimento para lograr su fin. Pensad que hablamos del 1863, cuando el proceso fotográfico era mediante el colodión húmedo, que sólo se había inventado unos 12 años antes. Sus manos acabaron con manchas de los productos químicos necesarios para el revelado fotográfico. Tras muchas pruebas, consiguió encontrar su propio sello, y si vemos una fotografía de Cameron, sabemos instantáneamente que se trata de una obra de ella, ya que la peculiaridad de sus imágenes se distinguía frente a las del resto de fotógrafos.
Aquello la llevó a convertirse en la primera artista en estar en residencia en el South Kensington Museum, conocido actualmente como The Victoria and Albert Museum, en Londres, cuyos directores, desde 1852 hasta la actualidad, siempre han sido hombres. Henry Cole, el primer director de este museo, creyó en su obra y quiso que formara parte de él. Una ARTISTA DE MUSEO, con mayúsculas, y sin embargo, no la conoce mucha gente, su sobrina-nieta fue una de las personas encargadas en intentar recordarle al mundo quién fue Cameron, la gran importancia que tuvo, y el enorme ejemplo a seguir en el que inconscientemente se convirtió. En vida, la London Photographic Society nunca la aceptó alegando que Cameron no conocía la técnica de la fotografía, precisamente por utilizar esas técnicas tan pioneras, que han sido un referente y han seguido usándose como recurso estilístico hasta la actualidad, unos 160 años después. Caso similar al de los ejecutivos de la discográfica que rechazaron a los Beatles en sus inicios porque decían que la guitarra eléctrica estaba en decadencia…
En 1864, sólo un año después de empezar con la fotografía de forma autodidacta, expuso en la Galería Colhaghi’s de Londres. En 1866 lo hizo en la Galería Francesa de Londres, y en Berlín ganó una medalla de oro. Con sus primeros éxitos pudo comprarse material fotográfico de mayor calidad y expuso de nuevo en 1868, en la Galería Alemana de Londres. Fue ese mismo año cuando Darwin la contrató para que realizara sus retratos. Todos conocemos el retrato de Darwin, pero sólo algunas personas sabemos que lo hizo Cameron. Tristemente, esto ha ocurrido siempre. La emblemática foto de Einstein sacando la lengua, o la imagen universal del Ché, como en otras tantísimas fotografías de celebridades, no se suele pensar en el nombre de la persona que hizo la fotografía [por si os habéis quedado con la curiosidad, la de Einstein la hizo Arthur Sasse y la del Ché fue Alberto Korda]. No sólo hizo las fotografías tan conocidas de Darwin, sino la de otras grandes personalidades, algunas de ellas pueden verse en la imagen.
Nació el 11 de junio de 1815, miembro de una gran familia numerosa, pero era de ella de quien hablaba así su madre:
«Doblaba la generosidad de la más generosa de las hermanas y la impulsividad de la más impulsiva. Si ellas eran entusiastas, ella lo era el doble; si eran persuasivas, ella era invencible».
Cuando se piensa en la imagen de una mujer victoriana, se piensa en esos vestidos extravagantes, en los peinados imposibles, en aquella piel blanca utilizando productos con los que incluso ponían en peligro sus vidas; toda una serie de ideas sobre la mujer como objeto, como mujer florero directamente, pero cuando se piensa en las mujeres victorianas debe pensarse en Julia Margaret Cameron, en Mary Shelley, en las hermanas Brönte… Rompamos con esos estereotipos de una vez.
Ella siempre destacó, poseía un gran talento, traducía poesías de diversos idiomas, componía las suyas, y le publicaron en la revista Macmillan’s Magazine. Decía Virginia Woolf que «fue de su madre, se presume, que heredó el amor por la belleza y el desprecio por las frías y formales convenciones de la sociedad inglesa». Tuvo seis hijos con Charles Hay Cameron, y sólo uno de ellos siguió los pasos de su madre y abrió un estudio fotográfico en Londres. En 1860 se trasladó a Freshwater Bay, en la isla de Wight. Fue allí, tres años después, cuando Julia Margaret Cameron, con sus hijos ya adultos y estando bastante sola, cayó en una depresión. Su hija y su yerno le regalaron una aparatosa cámara con la esperanza de ayudarla. Fue así como tuvo su primera cámara y se inició en el mundo de la fotografía. En verano realizaba sus obras al aire libre, en el jardín de su casa, utilizando como fondos los muros repletos de enredaderas y arbustos.
Utilizaba diferente luz dependiendo de las características de cada modelo, no empleaba técnicas de iluminación estandarizadas. No buscaba la simple documentación de un retrato como se había estado haciendo hasta entonces. Quería mostrar los sentimientos de la persona retratada a través de sus obras. Así comenzó a darle un sentido artístico a sus creaciones. Sus modelos favoritas fueron su sobrina Julia Jackson, madre de Virginia Woolf, y una criada: Mary Hillier, a la que hizo posar representando todo tipo de personajes. Mary Hillier también fue su ayudante fotográfica. La llamó Sappho en una de las fotografías en las que aparecía y esto creó ambigüedad en la fotografía Yes Or No? en la que aparece con la modista Mary Kellaway. ¿Nos encontraremos ante la primera fotografía en la que aparece una pareja del mismo sexo?
Poseía una enorme libertad de expresión. Dominaba uno de los oficios más difíciles, sucios e incómodos del siglo XIX a través de prueba y error. Es cierto que gracias a su posición económica podía permitirse hacer varias copias que regalaba a sus modelos y a amigos además de enviarlas a exposiciones y concursos. También tuvo que aprender a manejar todos los compuestos químicos para poder realizar el proceso del colodión húmedo. Debía extender el pegajoso colodión sobre las enormes placas para colocarlas seguidamente en sus chasis correspondientes y sacar las fotografías cuando las placas todavía estaban húmedas para evitar así que perdiesen sensibilidad a la luz.
Normalmente los fotógrafos realizaban sus fotografías de día para aprovechar la luz, pero Cameron experimentaba con ella, iluminando solamente desde uno de los ángulos o utilizando otro tipo de iluminación como la luz del fuego. Sus obras adquieren un aspecto casi escultórico debido al uso de la luz. No utilizaba retoques en sus imágenes, pero sí que jugaba mucho con el contraste. Probablemente en The Young Endymion usó la luz del fuego para crear ese efecto. Que como la historia mitológica cuenta, la luna se enamoró de Endimión y le pidió a los dioses que le otorgaran la juventud eterna, y como Endimión también estaba enamorado de ella, aceptó aun sabiendo que estaría dormido eternamente. Viendo sus imágenes, podemos ver que lo más importante para Cameron era evocarnos sentimientos.
La fotografía Venus Chiding Cupid And Depriving Him Of His Wings (1872) de Julia Margaret Cameron se popularizo en 1989 gracias a Nick Cave, ya que utilizó esa imagen para la portada de su novela Y el asno vio al ángel. Tras buscar las portadas de todas las ediciones de todos los países, pude comprobar que la mayoría de países utilizaron otra imagen como portada, pero en Inglaterra, en Dinamarca, en Alemania, y en los Países Bajos, sí que utilizaron esa imagen. Nick Cave dijo que para escribir esta novela tomó muchas referencias de la Biblia y se inspiró también en las fotografías religiosas de Julia Margaret Cameron, por eso quiso que una fotografía suya saliera en la portada.
Su sobrina Laura Troubridge, que aparece en la imagen, escribió en sus Memorias y Reflexiones (publicado en Londres en 1925) la siguiente historia sobre esta obra:
«(…)llevábamos sujetas a la espalda un par de pesadas alas de cisne; tía Julia, mientras tanto, nos alborotaba el pelo con movimientos nada delicados para liberarlo de su atildado peinado. No debe sorprender a nadie, por tanto, que en aquellas viejas fotografías saliéramos como suspendidas sobre imaginarios baluartes del cielo con aspecto ansioso y preocupado. Aquel era en efecto nuestro estado de ánimo, porque nunca sabíamos cuál sería la próxima ocurrencia de la tía, como por otro lado tampoco lo sabía nadie».
Existe una imagen llamada Virginia de la que se desconoce la fecha en la que se realizó y en algunos escritos en los que hablan de Virginia Woolf aparece esa fotografía de Cameron como si de su sobrina-nieta se tratase. Pero realmente, Woolf todavía no había nacido cuando murió Julia Margaret Cameron. Así que he utilizado como fuente directa su árbol genealógico para llegar a la conclusión de que esa Virginia puede ser o su hermana o su sobrina. La utilización de esa imagen como si fuera Woolf solamente por el parecido familiar, demuestra la poca fiabilidad de algunos artículos tan poco documentados.
Algunos escritos dicen que tenía influencias de George Frederic Watts, pero utilizando como fuente las propias obras de arte, podemos ver que quizá esto no fuera del todo cierto. La fotografía de Carlyle fue tomada un año antes de que Watts pintara su retrato, así que puede que hasta incluso Watts utilizara la imagen de Cameron como estudio. Watts y Cameron fueron amigos, conocían sus respectivos trabajos, ¿quién influenciaría a quién? Existen otras dos obras, realizadas el mismo año, en las que también se ven similitudes, ¡incluso utilizaron la misma modelo: Ellen Terry!, pero tampoco podemos saber quién la realizó primero. Guiándonos con la fecha del retrato de Carlyle, quizá sí que una vez más, como en todo lo que he ido analizando hasta ahora, la pionera fue Cameron.
Murió en 1879 tras dejarnos un inmenso legado que cambió el concepto de fotografía convirtiéndola en un Arte. En su autobiografía, de la que no existe traducción y de la que sólo se han podido recuperar algunos fragmentos, decía:
«Mis aspiraciones son ennoblecer la fotografía y alzarla a la categoría de Arte, combinando la realidad con la poesía y la belleza ideal».
Gracias a ella, su hijo Henry Herschel Hay Cameron, que siguió los pasos de su madre, un día decidió retratar a una de las modelos preferidas de su mentora: la que fue su sobrina Julia. Henry la retrató junto a la hija de ésta, y sin saberlo, estaba siento el autor de la primera fotografía que existe de Virginia Woolf…
Gracias Sofía, muy buena reseña.