La definición de «colectivo» hace referencia a un grupo de personas con objetivos, intereses o rasgos comunes, cuales sea. En principio, no existe ninguna connotación ni negativa ni positiva asociada al término. Sin embrago, es habitual su utilización para tratar a grupos sociales unidos por algún tipo de desventaja con respecto al resto. Se entiende que si se define a una agrupación como colectivo es porque existe una mayoría que conforma el total, es decir, los subgrupos llamados colectivos, serían minoritarios en el conjunto de nuestra sociedad y además, aunque el término no tenga estrictamente ese significado, con una carga negativa.
Cuando alguien menciona a «el colectivo», y aunque depende del contexto, todas sabemos que se está hablando de las personas que se definen en cualquiera de las opciones no heteronormativas. Es curioso que, por un lado, se sumen cada vez más siglas tratando de dar cabida a todas las diversidades existentes, cuya definición y reconocimiento son absolutamente necesarios, mientras que por otro lado se engloba en un totum revolutum a todas las identidades que precisamente están ávidas de distinción en ese “el colectivo”.
Pero el uso del concepto no termina ahí, como digo, es extensible a diferentes grupos de personas con vulnerabilidades comunes: el colectivo de mujeres supervivientes de violencia de género, el de personas migrantes, personas mayores, madres solteras, colectivo de personas con discapacidad, personas refugiadas, inmigrantes, personas reclusas, mujeres en situación de dificultad social, personas sin hogar, personas con dificultades económicas y un largo etcétera con todo tipo de miserias catalogadas y cuantificadas.
Me pregunto quién está libre de pertenecer a un colectivo, quién está exenta de debilidades que le hermanen con otras personas. Yo diría que ninguna mujer podría afirmar tal cosa, entonces, teniendo en cuenta que somos ya el 50% (al menos) de la población mundial, si le sumamos todos los colectivos arriba mencionados, ¿no representaríamos una mayoría social? Con sus distinciones, por supuesto, pero es que entre muchas de nosotras, precisamente, reconocemos esas distinciones y no suponen una barrera, cualquiera puede formar parte de nuestro grupo, siempre que el reconocimiento sea compartido.
Sin embargo hay un subgrupo social que afirma, con vehemencia y estadísticas venidas del más allá, que sufrimos una invasión de moros y negros que se llevan nuestras subvenciones y las plazas de las guarderías de nuestras hijas e hijos. También afirman que las mujeres nos estamos pasando de la raya con eso del feminismo y que ya no hay hombres de verdad. ¿No estarían definiéndose a sí mismos como colectivo? Si, según ellos, manejan datos contrastados y aseguran que ya casi no quedan españoles como Dios manda, que están en vías de extinción y que necesitan protección lo mismito que la foca monje del mediterráneo, cuyo último macho avistado (llamado Peluso) genera muchas incertidumbres tras su desaparición, ¿no se trata, pues, de un grupo de personas unido por unas características muy concretas y definidas y, por lo tanto, como colectivo? Es más, ellos mismos se describen como grupo con una tendencia a desaparecer y muchos dicen sentirse amenazados, no olvidemos que incluso han pedido al ejército blindar las fronteras. Parecen estar aterrados, pero si se aceptan más peticiones, yo le pediría al ejército, o le suplicaría si hace falta, que no me encierren en el estado español con ese pobre colectivo.
Dentro de el pobre colectivo (así nombraré a partir de ahora a esos hombres amenazados por feministas, maricones, bolleras, negros, trans, moros, pobres, enfermas y no sigo porque es too much) también habría que hacer subgrupos, por ejemplo, colectivo de misóginos unidos, colectivo de violadores, colectivo de maltratadores psicológicos, colectivo de jóvenes agresivos con todo lo diferente, de jefes abusivos con personas en situación irregular, colectivo de hombres que son capaces de meterte una matraca terrible sobre marxismo pero eso del feminismo no acaban de pillarlo, colectivo de hombres que martirizan a sus hijos proyectando su frustración barrigona de no haber conseguido ser estrellas del fútbol, futbolistas (así, en general), calvos que te comentan que tienes celulitis, narcisistas de pene pequeño, narcisistas (así, en general), hombres que hacen juicios de valor sobre el aspecto físico de las mujeres en cualquier contexto, colectivo de hombres que hablan en femenino pero a la mínima te dan la brasa con una machoexplicación, etc., etc., etc.
En fin, la lista de subgrupos que componen el pobre colectivo es interminable y variopinta, sería bueno clasificarlos, nombrarlos y cuantificarlos, poner las cosas en orden. Porque no son mayoría, son una minoría usurpadora.
(Calvos, marxistas y hombres de pene pequeño, si queréis formar parte de nuestro grupo, dadnos un toque y os contamos.)